domingo, 27 julio, 2025
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Nicholas Hoult: Quise ser Superman, pero Luthor me eligió

Con una carrera que comenzó a los 11 años junto a Hugh Grant en Un niño grande (About a Boy), Nicholas Hoult se ha consolidado como uno de los actores británicos más versátiles de su generación. Creció en la serie Skins, se ganó el respeto de la crítica en películas como The Favourite y The Menu, y combinó humor e intensidad en su inolvidable papel de Nux en Mad Max: Fury Road. Ahora, Hoult enfrenta uno de los desafíos más icónicos de su carrera: interpretar a Lex Luthor en Superman, de James Gunn. El film no solo marca una nueva etapa para el universo DC, sino que ya es uno de los mayores éxitos de taquilla del año, impulsado por un tono renovado, un héroe optimista y un villano tan inteligente como perturbador. En esta entrevista, el actor habla sobre el peso de ese legado, el placer de encarnar a los “malos” y la complejidad de humanizar a uno de los antagonistas más famosos de la cultura pop. El mismo Hoult sostiene: “No quería hacerme a Luthor de una manera que fuera obvia y diferente a los antecesores. De hecho, me interesaba más ser parte de un legado que hacer algo radical y diferente. No quería ser diferente solo por serlo. Quería entender qué había en el Luthor que James Gunn encontraba poderoso, que sentía venía de las historietas y que podía traducirse al cine. Tenía ganas de hacer algo comunal, un Luthor vinculado a la historia del cine y del cómic, a lo que se cree que Luthor es”. Y suma: “Todos saben que mis primeros pasos en esta película tuvieron que ver con mi intención de ser Superman. Finalmente no pasó, pero yo quería ser parte del universo de relatos de James Gunn. Creo que cuenta de una forma bastante particular y bastante radical, a su manera, dentro de Hollywood. Sabía que quería ser un personaje en una de sus películas, y cuando vi que Peter Safran y él se hicieron cargo de DC, empecé a tener muchas esperanzas. Era el nombre indicado para el trabajo indicado. Fui, hice mi prueba y mi lectura. Quise ser Superman, pero lo divertido fue que, cuando tuve el guión, había una pequeña y muy intuitiva parte de mí que se divertía con el papel de Lex Luthor. No quería decir eso, me lo guardaba. Termina el proceso y me llama Gunn, y me dice: ‘¿Te gustaría ser Lex Luthor?’. Yo siento que siempre lo supe, y me pone contento que Gunn haya podido leer eso”.

—¿Qué complejidad creés que reviste un villano como Luthor hoy?

—Lo moralmente complejo de los mundos de Luthor es que siempre apelan a cierto realismo, en lo comercial, en el poder. Pero lo importante es que los villanos suelen tener sensaciones que tienen que ver más con lo humano: la envidia, el enojo, la frustración. El odio por el poder y querer controlarlo, ser ellos mismos. Y al jugar a ser villano, poder largar eso al mundo sin filtro. Tiene una serie de licencias que permiten que se le lea de diferentes formas: del científico loco al billonario high-tech que quiere poder del Estado.

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—Has hablado de cómics, pero es un poco imposible no hablar de Gene Hackman a la hora de Lex Luthor…

—Primero lo primero: su muerte fue una tragedia enorme, y él fue alguien que dejó muchas marcas en Hollywood. Muchos han visto en Hackman algo que pocos han superado. Su Luthor fue increíble, eso es cierto. Hay algo muy lindo y aterrador en la idea de interpretar a un personaje tan asociado al nombre de uno de tus ídolos. Nunca lo pude conocer, y hay algo de todo esto que me hace sentir un poco cerca de él, de una manera extraña. Es interesante: he pasado mucho tiempo de mi vida, por suerte, con Clint Eastwood. Él conoció a Gene, lo dirigió, trabajó con él, y eso me hizo sentir que tenía cierto saber sobre lo que hacían juntos.

—Luthor es un billonario, es una figura pública, es un genio: algo que antes era fácil de pensar como ficción, pero hoy ese tipo de persona aparece en varios diarios de todo el mundo. ¿Cómo lidiaron con eso?

—Sí, hubo una idea, o un momento, de “¿cómo nos sentamos frente a esto, que hoy define gran parte del mundo?”. Gunn tenía una idea, yo tenía la mía. Lex en esta historia, su manipulación, su persona pública… Pero no hubo ningún personaje puntual en el que me asentara para trabajar desde ahí. No es que pensaba: “¡ah!, tal o cual nombre vienen perfecto”. Solo leía cómics, vi diferentes formas del personaje. Por ejemplo, veía la forma en que los discursos públicos de Elon se llevaban a cabo, y también estaba eso del mensaje que pretendía ser popular pero, al menos a mis ojos, parecía principalmente basado en odio. Hay algo de eso, del billonario hi-tech que no logra esconder cierto desdén para con aquello con lo que debería convivir, que era importante transmitir.

—Quería preguntarte, más allá de que obviamente sos un actor, ¿qué implicó tener a “Superman” frente tuyo? ¿Hubo algo que te costara procesar o que rozara lo lúdico, incluso lo infantil?

—Es magia pura. Uno de los momentos más cinematográficos de la historia son generados por Superman, por Christopher Reeve. Todo se encuentra tan anclado en su mito que cuando lo ves pasando a tu lado, realmente hay algo tuyo que se sorprende sobremanera. Y no tiene que ver siquiera con el fanatismo. Es solo esa barrera cruzada. Hay algo que genera una emoción muy puntual, en todos, al ver a Superman. Cuando ves a David Corenswet en el traje, hay algo muy espectacular: sin dudas, no podés por un instante dejar de ver a Superman. Una generación va a decir que es “su Superman”. David logra mucho con el personaje: logra concentrar su pasado como mito, su presente capaz de ser posible de cualquier cosa, y esa maravilla de poder ver a un hombre volando. La magia de hacer una película de Superman es realmente poderosa.

Cuando lo vi por primera vez a David en el traje de Superman, en una prueba de cámara, fue impresionante. Fue perfecto. Se sentía perfecto y correcto. Por eso es importante que David tenga el rol: parece Superman cuando lo ves. Él quiere acercarse de una forma muy generosa al rol. Y eso no se puede inventar, no se puede fingir. Lo ves a David y querés que sea Superman. Lo ves y pensás en el ícono.

—¿Qué es lo más divertido y lo menos divertido de interpretar a Lex Luthor?

—Lo más divertido es el diálogo que escribe James Gunn. James juega con elementos de la naturaleza humana de una forma que pocos lo hacen, y logra eso porque tiene un marco, desde hace rato, como los superhéroes. Hay mucha expectativa en esta película, mucho fan desesperado –yo soy uno de ellos–, y como actor querés que todo salga perfecto. Era un set divertido, pero teníamos una presión impuesta por nosotros mismos, entre otros factores. Es difícil hacer una película de Superman y esperar que todos salgan felices de ahí. Hicimos lo mejor que pudimos, y es una alegría ver estos resultados.

—Has trabajado con directores muy distintos, desde George Miller hasta Yorgos Lanthimos. ¿Qué descubriste en el set de James Gunn que haya sido nuevo para vos como actor?

—Lo que me sorprendió de James es su nivel de claridad emocional. Él no solo piensa en la escena como estructura narrativa o visual, sino que tiene una intuición muy fina sobre el tono afectivo. Me daba indicaciones que parecían mínimas, pero cambiaban todo. A veces era un gesto, una pausa, un leve cambio de ritmo. Y eso me ayudó a encontrar una versión de Luthor más contenida, más cerebral, pero también más dañada emocionalmente. Es un director que te cuida y, al mismo tiempo, te empuja a lugares nuevos. Me hizo sentir libre en un universo que, a veces, puede parecer demasiado grande para arriesgar.

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