“El mayor secreto en la industria del entretenimiento, que realmente no era un secreto en absoluto, ha sido revelado al mundo. El muro de silencio se rompió”, declaró Tony Buzbee, uno de los abogados en Texas de los demandantes contra Sean “Diddy” Combs, conocido como Diddy, Puff Daddy y P Diddy. Este rapero multimillonario es uno de los productores musicales más reconocidos de la historia y fue detenido el 16 de septiembre. En 2023 el rappero fue demandado en cuatro ocasiones por violación, agresiones sexuales y trata con fines de explotación sexual, delitos que podrían ser apenas la punta de un iceberg.
El abogado Tony Buzbee aseguró en una conferencia de prensa que las próximas presentaciones tendrán el efecto de un tsunami e incluyen acusaciones contra Combs, tanto de hombres como mujeres, que tenían entre 9 y 38 años en el momento de los ataques. La prensa internacional habla de una ola de demandas sin precedente para referirse a los testimonios de 120 hombres y mujeres que se supone dan cuenta de los delitos cometidos por el músico a lo largo de dos décadas. Se trata de demandas individuales distribuidas en sedes judiciales de Nueva York, Los Ángeles y Miami.
“Expondremos a los ‘facilitadores‘ que permitieron estas acciones a puertas cerradas. Vamos a seguir con este asunto sin importar a quién impliquen las pruebas”, dijo Buzbee. “Facilitadores” es una palabra demasiado liviana para referirse a un grupo de lo más diverso de ejecutores, cómplices, encubridores y vigilantes de los pactos de silencio necesarios para que un escándalo de esta magnitud se haya mantenido en las sombras tanto tiempo. ¿Cuánta gente se necesita? Cuántos recursos se habrán tenido que poner en juego para esconder una red de abuso de estas dimensiones en el epicentro de un mundo que, justamente, es el de la exhibición y la mirada: el showbiz norteamericano.
El escándalo podrían comprometer, aunque todavía no hay pruebas presentadas públicamente, a otras estrellas como Beyoncé y su esposo Jay-Z, muy cercanos a Combs desde hace décadas.
Buzbee prometió que el caso salpicará a la industria del espectáculo y de las finanzas, de mínima: habrá “mucha gente poderosa… muchos secretos sucios”. De ese modo, sugirió que se están reuniendo pruebas que implican a otros ricos y famosos, en un caso-fenómeno internacional que recuerda a la red de abusos que lideraba el empresario Jeffrey Epstein, en la que se vio involucrado incluso el príncipe Andrés.
El abogado añadió que su equipo ha “recopilado fotos, vídeos, textos” y que más de 3.000 personas se presentaron en su oficina a dar testimonio contra Combs. Las nuevas denuncias incluirán “agresión sexual violenta o violación, difusión de grabaciones de vídeo, abuso sexual de menores”. El abogado desglosó a los nuevos demandantes como 62 por ciento afroamericanos de más de 25 estados. También dijo que 25 de los acusadores eran menores de edad en el momento de los incidentes, que ocurrieron en 1991, y uno de ellos tenía apenas nueve años en ese momento.
Combs negó todas las acusaciones calificándolas de “repugnantes” y propias de personas que buscan enriquecerse a costa suya. Entre la catarata de demandas figura la de su exnovia, Cassandra “Cassie” Ventura, quien el año pasado presentó una denuncia alegando agresión y “tráfico sexual”. Lo hizo a través de un video en el que el empresario quedaba expuesto como perpetrador de violencia de género. En una filmación de 2016 se lo podía ver envuelto en una toalla, tirando a Ventura al suelo en el pasillo de un hotel para después patearla en el piso. Si el material fue registrado por una cámara de seguridad de un hotel de una cadena internacional en mayo de 2016, ¿qué pasó en el medio?
El video fue dado a conocer por la cadena CNN ocho años después de que ocurrieron los hechos, por lo cual es imposible no pensar en el tamaño, coordinación y pactos de «discreción» presentes en los engranajes de toda una estructura montada alrededor de esta estrella. Sería la red típica dedicada a «cuidar» (encubrir delitos) mediante una ”curaduría” de la imagen a este tipo de figuras de alto tenor de fama y poder, como ha pasado en los casos de Michael Jackson y Harvey Weinstein.
Combs está en el centro de detención metropolitano de Brooklyn y se le negó la posibilidad de salir pagando una fianza, después de que los fiscales de Nueva York lo acusaran de tráfico sexual, crimen organizado y explotación sexual. Combs se declaró inocente de haber usado la “fuerza, amenazas de fuerza y coerción para hacer que las víctimas participaran en actos sexuales” sin su consentimiento.
La abogada de Combs, Erica Wolff, dijo que su cliente no podía abordar “todas las acusaciones sin fundamento en lo que se ha convertido en un circo mediático imprudente”. Wolff agregó que su cliente “niega enfática y categóricamente como falsa y difamatoria cualquier afirmación de que abusó sexualmente de alguien, incluidos menores”.
Uno de los testimonios más espeluznantes es el de Thalia Graves, que figura en una demanda presentada el martes 24 de septiembre en Nueva York. Graves alega que Combs y un socio llamado Joseph Sherman la violaron en un estudio de grabación de Manhattan, propiedad de Bad Boy Records, en el año 2001.
En la denuncia figura que Graves fue citada en el estudio con la excusa de conversar sobre el desempeño profesional de su novio de ese momento, un empleado de Bad Boy. Graves dice que le ofrecieron una bebida adulterada, que luego se desmayó y que al despertarse se encontró atada y fue agredida sexualmente, tanto por Combs como por su socio. Según la demandante, Graves –ahora de 48 años– ambos “la violaron sin piedad” y le provocaron un trauma físico y psicológico muy severo.
Graves alega que sus intentos de reponerse a esa experiencia se vieron frustrados en noviembre de 2023 cuando se enteró de que Combs y Sherman habían filmado el ataque y habían compartido el material con otras personas, incluido su exnovio. Graves relata que eso le provocó en una depresión clínica.
El morbo hace girar la rueda. No debería sorprender que en las últimas semanas las canciones del rapero aumentaran sus reproducciones en un 18 por ciento. Desde que fue arrestado, la música de Diddy se escucha mucho más. El mundo vive esta oleada de denuncias, en parte, en clave de show. El número de víctimas que salieron a denunciar en masa hace pensar en una segunda ola del movimiento Me Too. Y es tan sorprendente que acapara los titulares de la prensa del mundo. Sería interesante que, además de poner el foco en Diddy –convertido ahora en una superestrella de los delitos sexuales– se le dedicaran también algunas líneas a la cantidad de personas que deben haber estado comprometidas en todos estos años en que no se hizo justicia.