El aumento de más del 5,5% que tuvo el tipo de cambio en la primera quincena de julio será contenido en las tarifas de gas de agosto con más subsidios del Estado. La Secretaría de Energía decidió aplicar una baja del precio que pagan los usuarios para amortiguar el efecto de la devaluación en las facturas.
Aun así, los valores promedio de las boletas de gas y electricidad subirán en torno a 2% a partir de agosto, según confirmaron fuentes oficiales a LA NACION. Todavía falta que los entes regulatorios, ENRE y Enargas, publiquen los aumentos de tarifas para las distribuidoras y transportistas, que explican la mitad del costo de las facturas.
Como ocurre con todos los servicios energéticos, la cadena de provisión de gas está dolarizada, y el tipo de cambio de referencia se calcula con el promedio de la cotización del dólar vendedor del Banco Nación durante los primeros 15 días del mes anterior.
Hasta abril, cuando aún regía una política de devaluación controlada al 1% mensual, el tipo de cambio promedio para calcular las tarifas fue de $1066. Pero en mayo subió a $1101 (3,3%), en junio a $1144 (3,9%), en julio a $1185 (3,6%) y en agosto a $1250 (5,5%).
Para contener el traslado de la suba del tipo de cambio a las tarifas, el Gobierno redujo en casi 4% el valor en dólares del gas que pagan los usuarios desde agosto. En otras palabras, incrementó nuevamente el volumen de subsidios destinados a cubrir la brecha entre la tarifa y el costo real, como ya lo había hecho en los tres meses anteriores. Desde mayo, el precio del gas abonado por los usuarios acumula una baja del 6,7%.
Entre octubre de 2024 y mayo pasado, los usuarios residenciales de ingresos altos (N1) pagaron un precio promedio de US$3,13 por millón de BTU (unidad térmica británica usada en el sector). Ese valor ya estaba subsidiado, ya que representa un 30% menos que el costo promedio del gas nacional, estimado en US$4,49 por millón de BTU. Es decir, los usuarios N1 abonaron solo el 70% del costo real de producción.
Además, quienes pertenecen a los segmentos de ingresos bajos (N2) y medios (N3) reciben un descuento adicional sobre ese precio de referencia: los N2 pagan el 35% (US$1,10), y los N3, el 50% (US$1,57).
Sin embargo, a partir de junio, cuando empezó a sentirse el efecto de la devaluación, el precio de referencia del gas se redujo a US$3,07, volvió a bajar en julio a US$3,04 y, en agosto, la Secretaria de Energía lo fijó en US$2,92, según la resolución 335/2025 publicada hoy en el Boletín Oficial. Así, el valor final que pagan los usuarios N2 en agosto es de US$1,02, y los N3, US$1,46.
La diferencia entre lo que paga la demanda y el costo real lo cubre el Estado a través de subsidios. Cada vez que la Secretaría de Energía decide reducir el precio de referencia, aumenta el esfuerzo fiscal para sostener la producción.
Este comportamiento se aparta de la lógica habitual del invierno, cuando el precio del gas tiende a subir para incentivar una mayor oferta y asegurar el abastecimiento durante los picos de demanda.
Aun con estas tensiones, en el primer semestre del año los subsidios al sector energético cayeron un 44% en términos reales frente al mismo período de 2024, según estimaciones de la consultora LCG.
Esta reducción responde, en parte, a la baja base de comparación —dado que el Gobierno recién ajustó las tarifas en abril del año pasado— y también a la sustitución de importaciones gracias a una mayor producción local. Sin embargo, el ahorro en subsidios podría disminuir en los próximos meses, debido a la baja en los precios de referencia del gas.
En el caso de la electricidad, la Secretaría de Energía publica los cuadros tarifarios en moneda local. Para agosto, se aplicó una suba de apenas 0,4% respecto de julio, ya que el precio de referencia pasó de $63.710 a $63.965 por MWh.
Es probable que esta tendencia al aumento de subsidios se profundice debido a que el tipo de cambio siguió subiendo tras la primera quincena del mes.