YAKARTA. – Después de un vuelo de 13 horas y media, el papa Francisco llegó este martes a Indonesia, que, con más de 17.000 islas, es el archipiélago más grande del mundo. Se trata de la primera etapa del viaje más largo de su pontificado que en doce días incluirá otras grandes islas de este rincón del sudeste asiático y Oceanía, como Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.
Pasadas las 11 de la mañana (10 horas menos en la Argentina), en una jornada de mucho calor, húmeda y brumosa, lo recibieron en el aeropuerto internacional de Yakarta el ministro de Asuntos Religiosos y dos niños con trajes típicos que le ofrecieron coloridos ramos de flores. En realidad, la ceremonia de bienvenida oficial será mañana, miércoles. El Papa se toma hoy medio día de descanso para adaptarse al nuevo clima y al diferente huso horario.
Tal como preveía en la agenda, Francisco se desplazó en una camioneta blanca y escoltas directamente a la nunciatura -su hogar en los próximos tres días-, para descansar. En la entrada de la residencia lo esperaban con banderas del Vaticano, amarillas y blancas, y de Indonesia, coloradas y blancas; un grupo de enfermos; migrantes y refugiados acompañados por personal de la Comunidad de San Egidio.
Durante el vuelo que lo trajo hasta aquí, media hora después del despegue el Papa apareció en la parte trasera del avión para saludar a sus compañeros de viaje. “Gracias por este viaje, gracias por la compañía… creo que es el más viaje más largo ¿no?”, dijo, micrófono en mano, acompañado por su vocero, Matteo Bruni, a los 75 periodistas de todo el mundo que lo acompañan, entre los cuales se encuentra LA NACION, único medio argentino.
Acto seguido, pese a sus problemas en la rodilla derecha -por los que suele utilizar silla de ruedas desde mayo de 2022-, el Pontífice, de 87 años, sorprendió a todos porque, con su bastón, fue caminando por los estrechos pasillos del Airbus 330 de Ita Airways para saludar, uno por uno, a los periodistas. El esfuerzo duró 25 minutos y para ayudarse, fue sosteniéndose con sus manos en los respaldos de los asientos, demostrando que, evidentemente, los ejercicios de fisioterapia que suele hacer están dando buenos resultados y que, aunque muy lentamente y con cuidado, puede caminar.
A diferencia de su último viaje a Oriente -Mongolia, hace un año-, cuando fueron los cronistas que debieron acercarse a él para el habitual saludo, fue él quien se movilizó. Como suele ocurrir desde su primer viaje internacional, que hizo en julio de 2013 a Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud, en su recorrida el Papa, amén de bendecir a quien se lo pidiera, recibió cartas y regalos de todo tipo: libros, dulces -entre los cuales alfajores argentinos, antigüedades, adornos religiosos, objetos simbólicos de todo tipo, reflejo de los grandes temas que lo preocupan.
Eva Fernández, la corresponsal de la radio española Cope, le dio la camiseta de fútbol de Mateo Gómez Sánchez, un niño español de 11 años que fue asesinado recientemente en un pueblo de Toledo. Ese crimen provocó una ola de racismo en España porque al principio se pensó que el autor había sido un joven de un centro de migrantes. Pero finalmente se descubrió que había sido otro chico de su pueblo con problemas mentales. El Papa escuchó en silencio esta terrible historia, firmó la camiseta para enviarle a sus familiares, que reclaman “justicia pero no venganza” y recibió una carta de la madre del niño, a quien le envió un rosario. Clement Melki, periodista de AFP, por su parte, aprovechó para contarle que había estado dos semanas en la nave Ocean Viking, junto a la ONG francesa SOS Mediterranee, que suele rescatar migrantes en ese mar que el Papa suele lamentar que se ha convertido en un “enorme cementerio”.
“Los socorristas de la ONG me pidieron si podía regalarle de su parte la antorcha que llevaba en su frente un pobre hombre que rescatamos en el mar, que había salido de Libia junto a varios otros, como para agradecerle por todo lo que hace por el esa cuestión”, contó Melki. “Tengo a los migrantes en el corazón”, comentó el Papa, que el miércoles pasado en la audiencia general recordó que “es un pecado grave” rechazar, con políticas especiales, a quienes escapan de sus países debido a miseria, guerra o persecuciones. Y que antes de partir, esta tarde, como siempre recibió en Santa Marta, su hogar en el Vaticano, a quince sin techo, acompañados por cardenal polaco Konrad Krajevski, limosnero pontificio.
Stefania Falasca, periodista italiana que conoce desde hace años y que trabaja para un medio chino, le regaló el calco en papel de una inscripción del siglo VI que habla del cristianismo en la superpotencia en chino. Con su sentido del humor porteño siempre intacto, entonces el Papa bromeó: “hay un error ahí”.
Arthur Herlin, de París Match, le dio una carta en la que un famoso fotógrafo de guerra de su revista, Patrick Chauvel, de más de 70 años pero aún activo en conflictos como el de Ucrania, le anuncia su intención de regalarle al Vaticano unas fotos históricas y únicas que sacó al entones arzobispo de San Salvador, ahora santo, Oscar Arnulfo Romero, poco antes y después de haber sido asesinado por un escuadrón de la muerte justo cuando estaba celebrando misa, el 24 de marzo de 1980. “Era el único que estaba ahí y luego logró entrar al hospital”, precisó. El Papa se mostró muy interesado.
Tras leer que Pablo VI, el primer papa que viajó a Indonesia, durante su visita a la catedral de Yakarta se había quejado por un calor húmedo “insoportable”, esta enviada le regaló un mini ventilador portátil, de color blanco. “¿Es para mí?”, preguntó el Papa, muy divertido.
La recorrida, nada fácil, por los pasillos del Airbus para saludar a los periodistas duró casi media hora. “Fue heroico”, comentó el vaticanista del Corriere della Sera, Gianguido Vecchi, asombrado, como el resto de los presentes de la energía y determinación de Francisco.
Cómo es Indonesia
Con más de 275 millones de habitantes, Indonesia es el cuarto país más poblado del mundo después de China, India y Estados Unidos y con la mayor población musulmana del planeta (87%). Pero no es un Estado islámico o teocrático. Tal como quiso Sukarno, el primer presidente y “padre de la nación” de esta excolonia holandesa -independiente desde 1949-, reconoce seis religiones principales: el islam (87%), el protestantismo (7%), el catolicismo (3%), el hinduismo, el budismo y el confucianismo. Ante la necesidad de unificar bajo un mismo Estado las diferentes culturas después de la independencia, se basa en los cinco principios de la filosofía de la llamada “Pancasila”, presente en el preámbulo de la Constitución: 1) creencia en un Dios supremo; 2) sentido de la humanidad justa y civilizada; 3) unidad; 4) democracia guiada por la sabiduría; 5) justicia social.
En 1965 Sukarno fue derrocado por un golpe de Estado militar liderado por Mohamed Suharto, que quedó en el poder hasta mayo de 1998, cuando, después de fuertes protestas populares y debido a la crisis financiera asiática de 1997, fue obligado a renunciar.
Mucha agua pasó debajo del puente desde entonces e Indonesia, visitada por Pablo VI en 1970 y por Juan Pablo II en 1989. El Papa será recibido este miércoles con todos los honores en el Palacio Presidencial de esta capital por el presidente saliente Joko Widodo, una figura muy popular que ya tuvo dos mandatos. Widodo hubiera querido cambiar la Constitución y tener un tercer mandato, pero no lo dejaron. Y en las elecciones del 14 de febrero último fue electo al frente de esta república presidencial quien había sido su ministro de Defensa, el ex general Prabowo Subianto, que tiene de vicepresidente a su hijo mayor, Widodo Gibran Rakabuming, que asumirá en octubre próximo.
Lo cierto desde que fue electo por primera vez, en 2014, Joko Widodo puso en marcha un vasto plan de modernización del país a través de una serie de grandes proyectos de infraestructura cofinanciados con fondos chinos y japoneses, que llevaron a un rápido crecimiento de la nación y a Indonesia a transformarse en una “potencia emergente de Asia”. Amén de haber construido un aeropuerto impresionante, una de sus grandes apuestas, que también creó polémicas, fue decidir en 2019 mudar y construir una nueva capital muy lejos de aquí, en la jungla, en la isla de Borneo, al centro del país. Se trata de una zona menos expuesta a los desastres naturales.
Yakarta, una metrópolis llena de contrastes de 11 millones de habitantes donde conviven altos y lujosos rascacielos con centenares de “kampung” -aldeas tradicionales parecidas a villas-, en efecto, además de estar sobrepoblada e hiper contaminada, se está hundiendo debido a la excesiva extracción de agua subterránea.
Prabowo Subianto se comprometió a seguir adelante con el mismo plan de desarrollo económico del presidente saliente, que se basó en las grandes reservas de níquel, carbón, petróleo y gas del país. Indonesia es hoy la decimosexta economía mundial y el más grande mercado emergente de esta zona del globo gracias a sus riquezas naturales, a su población joven (el 60% tiene menos de e 30 años), a su posición geográfica estratégica y su relativa estabilidad política.
“Indonesia tiene muy claro su rumbo y está trabajando para transformarse en 20 o 30 años en un líder regional. Su vínculo con China es notorio y el presidente electo en los últimos meses no sólo viajó a China, sino también a Rusia, a Francia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Onu y a la India”, dijo a LA NACION una fuente diplomática.
Indonesia, que es el cuarto país con más celulares del mundo y se está expandiendo también en lo digital, e-commerce, fintech y start-ups, de todos modos, enfrenta aún grandes desafíos. Entre ellos, pobreza -palpable con sólo recorrer esta capital, donde se ve a muchísima gente viviendo en la calle-, desigualdades y corrupción. Al estar en un archipiélago de islas que cuentan con más de 120 volcanes activos, Indonesia también enfrenta el desafío de los desastres naturales, también provocados por el cambio climático y el aumento del nivel del mar. Todos temas que seguramente tocará Francisco.