La bailarina interpreta a una dominatriz con el látigo en la mano en la experiencia creada y dirigida por José María Muscari.
Desde que Adabel Guerrero empezó a trabajar en Sex, las fantasías empezaron a aflorar naturalmente una atrás de otra y decidió compartirlas con su marido, Martín Lamela. Él aceptó cumplir con alguna de ellas, pero no con la más jugada.
Adabel Anahí Guerrero Melachenko nació en La Plata el 18 de julio de 1978. Formada como bailarina clásica, incursionó en la revista como vedette y dio un fenomenal salto a la fama con su participación televisiva en Bailando por un Sueño y Patinando por un Sueño. En el último tiempo incluso incursionó en los contenidos para adultos en la plataforma Divas Play.
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La bailarina, que cumple 46 años, forma parte del elenco de la obra Sex, creada y dirigida por José María Muscari en el Gorriti Art Center del barrio porteño de Palermo, desde hace cuatro años. Y cuando visitó a Sebastián Wainraich y Julieta Pink en Vuelta y Media para hablar del personaje de Alejandra Pradón que interpreta en la serie Coppola de Star+, terminó hablando de sus fantasías.
Adabel Guerrero, las ranas de peluche y el “histeriqueo”
La artista está en pareja desde hace más de quince años con Martín Lamela, un vendedor de autos al que le compró su vehículo, y que se convirtió en el padre de su hija Lola. Como el hombre sabía que a ella le encantaban las ranas de peluche, porque le daba suerte desde su época de bailarina clásica, la sorprendió con una enorme rana en el baúl y otra más pequeña en la guantera del auto que le acababa de vender. Y así se ganó su amor, pero le costó.
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Ese día Adabel no le agradeció con un beso, pero le dijo que al día siguiente podía tomar algo. Cuando le preguntaron cuándo había “chapado”, dijo que tardó mucho. “Estuve como dos meses histeriquéandolo, porque me gusta mucho más histeriquear que ir a los bifes”, aseguró.
Las fantasías de Adabel Guerrero
Adabel Guerrero contó que la experiencia de Sex se renueva todo el tiempo. “Mi personaje es la dominatriz, la que tiene el látigo en la mano. La de ‘se mira y no se toca, y si se toca te pego un latigazo’. Si llegás a ir –le dijo a Pablo Fábregas, sensual-, te voy a pegar un latigazo en la colita”.
Julieta Pink le aconsejó entre risas a su compañero que llevara pantalones gruesos y la bailarina acotó: “Que sean de cuero, porque me encanta el ruido del látigo contra el cuero”.
Después de esa introducción, cuando Wainraich le preguntó si gracias a Sex la pareja andaba mejor, la artista le confesó que “se lleva cositas de la obra para calentarse”: “Me llevé arneses de cuero, los que te ajustan en el pecho o la cintura, que son para zamarrearte. Está bueno así no te rompe la remera o la ropa interior nueva”.
La fantasía que sí y la jugada fantasía que no
“Como me pasa muchas veces con mi marido que lo quiero zamarrear y no sé de dónde agarrarlo, le puse un arnés chiquito que va entre los hombros y los brazos y me encantó, pero solamente me dejó ponérselo una sola vez. A él también le gustó”, admitió.
Acerca de la fantasía que nunca pudo cumplir, contó: “Nunca hablamos de abrir la pareja, pero desde que empecé a trabajar en Sex me empecé a ratonear. Él me hizo llevar las botas que uso para el pole-dance y yo le cumplí. Y yo le propuse sumar a una tercera persona, a una chica, porque seguro que no iba a querer un varón, pero igual me dijo que no”.
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“Una de las fantasías que tengo es hacer el amor con una mujer. Y cuando el año pasado me pasó algo con una chica, trabajando, me pregunté si hacerlo a escondidas o blanquearle la situación a mi marido y proponerle hacerlo de tres. Pensamos en organizar primero una salida, pero no se animó. Quedó en la fantasía. Lo divertido es que en el momento te ratonea, colabora y listo”, concluyó Adabel Guerrero.