La NASA y SpaceX tienen previsto lanzar este viernes su octava misión tripulada a la Estación Espacial Internacional desde que en 2020 ambos iniciaron estos vuelos comerciales que le permitieron a EE.UU. volver a enviar astronautas desde suelo estadounidense tras la cancelación en 2011 del programa de transbordadores espaciales.
A bordo de la nueva misión comercial SpaceX Crew-8 estarán los astronautas de la NASA Matthew Dominick, Michael Barratt y Jeanette Epps, y el cosmonauta de la rusa Roscosmos, Alexander Grebenkin.
La misión tiene previsto despegar el viernes 1 de marzo a las 00:04 hora local de la costa este de EE.UU. (5:04 GMT) desde el Centro Espacial Kennedy, en el centro de Florida, a bordo de una nave Dragon, la Endeavour, desde la plataforma 39A propulsada por un cohete Falcon 9.
La NASA señaló que este Programa de Tripulación Comercial (CCP, en inglés) busca hacer desde Estados Unidos un «transporte humano seguro, confiable y rentable» hacia y desde la Estación Espacial Internacional (EEI) a través de una asociación con la industria privada estadounidense.
Se trata del octavo vuelo de rotación de una nueva tripulación, que este domingo llegó a Florida procedente de Texas, y la novena misión de vuelo espacial tripulado en la nave espacial Dragon de SpaceX a la EEI para el CCP.
Aproximadamente 30 horas después del lanzamiento, si todo sale como está planeado, el sábado 2 de marzo a las 6, hora de la costa este de EE.UU. (11.00 GMT), los astronautas llegarán al laboratorio de microgravedad.
Como las anteriores misiones del programa, los astronautas permanecerán a bordo de la EEI durante seis meses, viviendo y trabajando como parte de lo que se prevé sea por unos días una tripulación de un total de 11 miembros.
Por ahora la actual tripulación de la EEI, siete miembros de la Expedición 70, se preparan para recibir al cuarteto de la Crew-8, que atracará en el puerto delantero del módulo Harmony.
Los nuevos compañeros investigarán una multitud de fenómenos espaciales para mejorar la vida de los humanos que viven dentro y fuera de la Tierra. Explorarán los mecanismos detrás de los trastornos neurológicos y las formas de prevenir los cambios de fluidos que ocurren en los astronautas que viven en el espacio. También analizarán cómo la microgravedad afecta el crecimiento de las plantas, y el papel de las algas para mejorar los sistemas de soporte vital de las naves espaciales.
En la EEI buscan relevar, unos siete días después de su llegada, a los tripulantes de la SpaceX Crew-7 Jasmin Moghbeli, Andreas Mogensen, de la Agencia Espacial Europea (ESA), Satoshi Furukawa, de la japonesa JAXA, y Konstantin Borisov, de Roscosmos.
Estos cuatro miembros, que han estado a bordo de la estación espacial desde el 27 de agosto pasado, se desconectarán del puerto espacial a bordo de una nave espacial Dragon, el Endurance.
Está previsto que los cuatro astronautas realicen un viaje de un día orbitando la Tierra antes de amerizar frente a la costa de Florida, poniendo fin a una misión de seis meses y medio en el espacio.
Por ahora los siete tripulantes de la EEI realizan ejercicios en bicicletas estáticas y cintas de correr conectados a sensores, electrodos y equipos de respiración para analizarlos.
La NASA señaló este lunes en un comunicado que el ejercicio es fundamental para mantener la salud de la tripulación debido a los efectos de vivir a largo plazo en ingravidez.
Por su parte los cuatro nuevos tripulantes regresarán a la Tierra en seis meses a bordo de la nave Dragon, que caerá igualmente en alguna de las zonas de aterrizaje en el océano frente a la costa de Florida.
En 2020 SpaceX realizó el Demo-2, que fue una misión histórica que permitió enviar a astronautas desde suelo de Estados Unidos a la EEI nueve años después de que se cancelara su programa de transbordadores espaciales.
En la Demo-2, Bob Behnken y Doug Hurley viajaron a la EEI en mayo de 2020 y regresaron a la Tierra en la misma cápsula, que cayó en el Golfo de México de manera controlada y sin problemas ese mismo año.
Desde el último vuelo del transbordador Atlantis a la órbita terrestre en 2011, la NASA se había visto obligada a utilizar únicamente los sistemas de lanzamiento rusos como el Soyuz para poner en órbita a sus astronautas.