sábado, 10 mayo, 2025
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Alemania. Nuevo gobierno, nuevo ataque general

Nota extraída del sitio web de la Liga Internacional Socialista.

«Queremos que Alemania vuelva a estar en la cima». Así resume Friedrich Merz el acuerdo de coalición entre la CDU y la CSU, los dos partidos conservadores y el socialdemócrata SPD. Aunque el Parlamento todavía tiene que votar la nueva «gran coalición» a principios de mayo, su creación es un hecho.

El próximo gobierno será encabezado por Friedrich Merz, un representante de larga data del ala neoliberal, socialmente conservadora y alineada a los Estados Unidos de la CDU. Con cierta ironía tendrá que liderar el imperialismo alemán en un período de rivalidad abierta con Estados Unidos. De todas formas, nadie debería ilusionarse en cuanto a la determinación del nuevo gobierno alemán de asumir los desafíos que presenta Trump en la lucha por la redistribución del mundo.

En sintonía con la Presidenta de la Comisión de la UE Ursula Von der Leyen, la respuesta del nuevo gobierno alemán a “Que Estados Unidos vuelva a ser grande» (Make America Great Again) es «Que Europa vuelva a ser Independiente» (Make Europe Independent Again). En Alemania, el programa del gobierno de Merz se traduce en un ataque total contra la clase trabajadora y sectores oprimidos en todos los niveles. A continuación, solo sus puntos principales:

1. Rearme y militarización

En respuesta a la agitación que causó Trump en las relaciones transatlánticas, el 18 de marzo el Parlamento alemán aprobó un programa de rearme gigante. En 2024, el presupuesto militar fue de 71.750 millones de euros (2,1% del PIB), a partir de este año, aumentará al 3,5% del PIB o 120-150 mil millones por año. Sumado a esto, la UE quiere reservar 800 mil millones para el rearme de sus Estados miembros.

Este programa implica reintroducir el servicio militar obligatorio e impulsar un arsenal nuclear europeo aparte con Francia. Por lo tanto, el tamaño del ejército incrementará masivamente y, a pesar de desarrollarse en el marco de la OTAN, se sentarán las bases para los futuros ejércitos de la UE.

2. Programa de inversión de capital

Este enorme programa de rearme fue complementado por la CDU/CSU y el SPD con un paquete no menos importante para la inversión en infraestructura en Alemania. Para eso se creó un fondo especial de 500 mil millones de euros al margen del presupuesto para los próximos 10 años.

Los partidos de la coalición no se cansan de presentar el programa de inversiones como una gran bendición para todos. En realidad, por supuesto, sirve a los intereses del capital alemán y su competitividad internacional. Por un lado, el programa sirve como un paquete de estímulo económico por miles de millones y, por otro, como una renovación del capital social y un aumento del poder productivo en términos de transporte, comunicación e infraestructura de TI.

Tampoco se levanta la presión para recortar el gasto municipal y social que conlleva el «freno de la deuda”, un programa de austeridad consagrado constitucionalmente. Al contrario: mientras se libera un billón para la guerra y el capital, se recortan aún más los programas para los refugiados, los desempleados, las pensiones, la educación, las infancias y la salud.

3. Fortalecimiento de la UE como bloque imperialista

En los últimos años, la UE y Alemania quedaron atrás de Estados Unidos y China en la lucha por la redistribución del mundo, pero como potencia mundial también se quedaron atrás de Rusia. Por lo tanto, necesitan llevar adelante un nuevo intento para que la UE, como bloque imperialista bajo el liderazgo alemán y francés, sea un competidor global a la altura y supere sus contradicciones internas.

4. Racismo, deportaciones y «migración regulada»

El acuerdo de coalición de la CDU/CSU y el SPD anuncia profundos ataques contra migrantes y refugiados. Se abolirá en gran medida el derecho de asilo, se reforzarán los controles fronterizos y se reducirán drásticamente los beneficios para solicitantes de asilo y refugiados. Además, los migrantes que tienen la ciudadanía alemana también están bajo amenaza con que se les retire si se oponen a la política estatal alemana, por ejemplo, en apoyo de Israel. Al mismo tiempo, se seguirán contratando trabajadores altamente calificados y mano de obra barata en el extranjero, pero ahora bajo un régimen de inseguridad jurídica constante, para facilitar su explotación.

5. Para «salvar la competitividad» del capital alemán:

Profundos ataques a empleos, ingresos y condiciones de trabajo para estas políticas racistas no solo están orientadas a disputarle a la extrema derecha, sino también a dividir a la clase trabajadora y, por lo tanto, socavar su capacidad de lucha.

Los despidos, la racionalización y la flexibilización de las condiciones de trabajo están a la orden del día en toda la gran industria. Además, se flexibilizarán las horas de trabajo semanales.

En segundo lugar, se recortará la asistencia (llamada «ingresos de los ciudadanos») a los desempleados por tiempo prolongado y los pobres, pero, sobre todo, endurecerán las sanciones contra los desempleados y cancelarán las prestaciones si no cumplen con todos los caprichos de las autoridades. La edad de jubilación no se elevará más, pero se introducirá una «pensión activa» para que los jubilados puedan seguir empleados como trabajadores flexibles con salarios más bajos y libres de impuestos.

Por lo tanto, se avecinan recortes masivos y privatizaciones en el sector social, en educación, escuelas, atención médica y enfermería, que afectarán principalmente a trabajadoras, la comunidad LGBTIAQ y los sectores oprimidos racialmente. Sumado a esto, la nueva coalición está planeando una serie de exenciones fiscales y subsidios para el capital alemán, y bajo la categoría de «desburocratización», también suspenderán las regulaciones sociales y ambientales para las empresas.

Un ataque general

De conjunto, todo esto representa un ataque general a la clase trabajadora, a los sectores oprimidos y a los movimientos ambientales y sociales, que también se complementará con nuevas restricciones de los derechos democráticos. Lamentablemente, la criminalización de la solidaridad con palestina y de los activistas socio ambientales es solo un presagio de nuevas medidas de vigilancia.

La justificación para todo esto es el cambio en la situación internacional y la orientación geoestratégica de Estados Unidos con Trump. Ahora, la Alemania «democrática» está amenazada no solo por Rusia y China, sino también por Estados Unidos como rival y potencial enemigo. La asociación transatlántica y sus instituciones están en juego, y como todos los que temen salir perdiendo en el realineamiento del mundo, el gobierno alemán, sus aliados y la Comisión de la UE justifican su programa de fortalecimiento político, económico y militar como un acto de autodefensa contra el mal. Apenas hay tal vez un programa de entrevistas, una editorial, apenas alguna declaración del centro gobernante que no intente sacudirnos con este concepto de «hora fatídica para nuestra democracia». Por supuesto, no se oye nada sobre los intereses imperialistas económicos y geoestratégicos de Alemania.

Por ahora, estas mentiras solo se difunden a través de los medios y partidos burgueses. Las direcciones sindicales y los comités de empresas de las grandes corporaciones también se unen al coro de defensores alemanes de la patria. Bajo su liderazgo, los sindicatos son un pilar del nuevo gobierno. Presentan el programa de inversiones como un gran éxito de su parte, no tienen objeciones fundamentales al rearme, aunque para algunos burócratas de izquierda, puede estar yendo demasiado lejos, mientras que otros esperan empleos bien remunerados en la industria armamentística. Guardan silencio sobre el racismo. En cuestiones sociales y derechos de los trabajadores hay descontento, pero prefieren resolverlo mediante negociaciones, como en las rondas de negociación colectiva de los últimos años, no mediante huelgas y movilizaciones.

La derecha

Por lo tanto, las direcciones de los sindicatos y el SPD, que están estrechamente vinculadas entre sí, encarnan el principal obstáculo para la lucha defensiva contra la carrera armamentista, la amenaza de guerra, el racismo antiinmigrante y los ataques a las conquistas de la clase trabajadora. Forman el baluarte de la “paz social» y la desmovilización.

Gracias a las políticas de la gran coalición y el apoyo que reciben por parte de los sindicatos el crecimiento de la derecha se acelera, especialmente del populista de derecha AfD (Alternativa para Alemania). La AfD sacó 20,80% de los votos en las elecciones llegando a 24% en las encuestas hoy y creciendo.

En todos los estados del este de Alemania (excepto Berlín) la AfD se convirtió en el partido más fuerte. Lo que es particularmente remarcable de esto es que no solo pudo ganarse a los propietarios de pequeñas empresas y la pequeña burguesía, sino que también le fue particularmente bien entre las personas en una situación económica vulnerable (39%), trabajadores manuales (38%) y desempleados (34%).

Además, se convirtió en el segundo partido más fuerte entre los votantes jóvenes (de 18 a 24 años). Los resultados son alarmantes. Aunque la AfD no es un partido fascista, sino una fuerza populista racista de derecha, los aproximadamente 10 millones de votos emitidos al partido no son, en su gran mayoría, votos de descontento «desorientados», sino una base de votantes consolidada que vota por la AfD no a pesar de, sino por su racismo, que, al igual que el FPÖ en Austria, lo presenta como una respuesta reaccionaria a la problemática social.

El Partido de Izquierda

Contrapuesto a la tendencia derechista general en las elecciones nacionales, Die Linke se llevó un triunfo. Hasta hace poco, a mediados de 2024, parecía poco probable que, por el obstáculo del 5%, estuviera representado en el Parlamento después de derrotas catastróficas en las elecciones europeas y en varias elecciones estatales. Sin embargo, ya se veía un cambio de tendencia a fines de 2024 y principios de 2025, pero nadie en ese momento hubiera esperado un 8,77% en las elecciones. Este desarrollo ha continuado desde entonces. Actualmente, Die Linke presenta un 11% en las encuestas.

A la izquierda le fue particularmente bien entre los votantes primerizos. Su partido se convirtió en la fuerza más fuerte entre los jóvenes de 18 a 24 años con un 24% (+17% en comparación con 2021), seguido de la AfD con un 21%. Esto refleja una fuerte polarización de izquierda a derecha entre los jóvenes. En particular, las mujeres jóvenes votaron por el Partido de Izquierda con una tasa del 37%, mientras que en los hombres jóvenes predomina la AfD.

El éxito del Partido de Izquierda se debe a varios factores. En primer lugar, ganó un gran número de miembros desde la ruptura con Sahra Wagenknecht; más de 60.000 se unieron desde finales de 2023. Die Linke ahora tiene más de 110.000 miembros. Esto ha ido acompañado de un rejuvenecimiento de su composición.

Millones votaron por Die Linke porque lo perciben como la única oposición a los ataques neoliberales, los recortes, la militarización y el racismo. Esto también hace atractivo el programa reformista de izquierda del partido, que incluye el Estado de bienestar, la redistribución social, el desarme y el pacifismo como la solución a todos los problemas, correspondiente a la conciencia reformista imperante de sus votantes.

Al mismo tiempo, el carácter reformista y burgués de estas políticas es cada día más evidente. El Partido de Izquierda se enfoca unilateralmente en la llamada «cuestión social», es decir, en las reformas sociales. Por supuesto, la lucha contra el aumento excesivo de los alquileres, contra los aumentos de precios, y por la seguridad social es muy importante. Pero al mismo tiempo, trata de evitar otras cuestiones centrales. Por ejemplo, se presenta como antirracista y antifascista, pero no entiende la lucha contra el racismo y el fascismo, por la igualdad de derechos para todos los migrantes y refugiados, como parte integral de la lucha de clases. Por lo tanto, se enfoca en alianzas del tipo frente popular con partidos burgueses y la iglesia, en lugar de un frente único de trabajadores. Además, rechaza la lucha por la apertura de fronteras, derechos plenos de ciudadanía y el desarrollo de estructuras de autodefensa contra ataques racistas y fascistas.

Por sobre todas las cosas, Die Linke, que actualmente también abraza el «socialismo» y la «política de clases», elude las cuestiones internacionales. No se pronuncia con respecto al reaccionario acuerdo de Trump y Putin sobre Ucrania. Lo rechaza, pero su alternativa a este apaciguamiento radica en la invocación utópica de las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU para garantizarla y una nebulosa «estructura de seguridad europea». En principio, no cuestiona la «capacidad de defensa» de la Bundeswehr y Alemania. Aunque votó en contra del rearme de la Bundeswehr en la cámara baja del Bundestag en marzo, ¡sus miembros en los gobiernos estatales de Bremen y Mecklemburgo-Pomerania Occidental votaron a favor!

El partido también está dividido internamente en cuanto a la causa palestina. Durante meses, se negó a llamar genocidio al genocidio. El ala prosionista del partido quería adelantarse al gobierno para moverse hacia la derecha, y algunas de estas figuras finalmente le dieron la espalda al partido en 2024. Al mismo tiempo, la dirección del partido también expulsó al conocido antisionista Ramsis Kilani por dañar la reputación del partido. Esto en realidad muestra la incapacidad política para reaccionar adecuadamente a los ataques venideros desde adentro y desde afuera.

Todo esto demuestra que el éxito del Partido de Izquierda se construye sobre en bases reformistas débiles políticamente. Sin embargo, también demuestra que fue también correcto políticamente apoyar de forma crítica al Partido de Izquierda en las elecciones nacionales. Decenas de miles de nuevos miembros y más de cuatro millones de votantes representan una potencial fuerza para resistir los ataques del capital alemán y el próximo gobierno. Solo movilizando a esos sectores en los lugares de trabajo, en los sindicatos y en las calles será posible atraer a sectores más amplios de la clase trabajadora junto con ellos, cambiar el rumbo de los sindicatos y movilizar a miembros y votantes descontentos de los Socialdemócratas, los Verdes y los no votantes y oponerse activamente a sus partidos.

En esta situación, la tarea de los revolucionarios es explicar cómo se puede construir la resistencia al próximo gobierno, abogar por un frente unido contra el ataque general, en el Partido de Izquierda, en la izquierda radical, en los sindicatos y lugares de trabajo.

El hecho de que la dirección del Partido de Izquierda no tenga un plan para dar esa pelea no debe ser un obstáculo para la intervención activa de los revolucionarios entre los miembros y votantes del partido. Por el contrario, abre un campo para la lucha conjunta contra el próximo gobierno y para someter el reformismo a la crítica revolucionaria y abre la posibilidad de poner en primer plano la discusión sobre la construcción de un partido revolucionario y una nueva Internacional revolucionaria.

Martin Suchanek

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