El oficialismo tiró el manual de la presión y patoterismo, que hizo naufragar la ley ómnibus en febrero, y cambió de estrategia. Volvió a la carga con la Ley Bases, una versión acotada pero consensuada. Cedió, negoció cambios hasta último momento y, dato no menor, poroteó bloque por bloque. Para el recinto planificaron un esquema para no dejar librado nada al azar, y Martín Menem se aferra al cronograma para evitar cualquier traspié.
«La vieron y empezaron a hacer política«, dijo, irónica, una legisladora opositora.
A diferencia de la sesión de febrero, La Libertad Avanza planificó que no habría cuartos intermedios. «Cuanto más se alargue, más problemas pueden aparecer. Mejor no dar lugar», señaló un oficialista. La vez pasada hubo tres cuartos intermedios, uno duró un fin de semana entero. Además, quieren llegar con la ley aprobada al feriado del miércoles 1° de Mayo.
A su vez, con acuerdo de los jefes de bloque dialoguistas, fijaron en la reunión de Labor Parlamentaria que el proyecto se vote por títulos y no por artículos. En febrero, la votación de las delegaciones se había hecho inciso por inciso. Eso generó una seguidilla de rechazos en el tablero que desencadenaron un efecto dominó y el Gobierno terminó retirando la ley.
Para que esto llegue aceitado al día de la sesión, Martín Menem se reunió el viernes a la noche con los jefes de bloque dialoguistas para negociarlo. Esa fue otra novedad. En el debate de la Ley Ómnibus anterior las reuniones eran bilaterales. El Ejecutivo y Menem con un bloque a la vez, para evitar que la oposición se fortalezca. Ahora trabajaron en conjunto.
La primera señal de eso fue que el proyecto del verano había alcanzado dictamen de madrugada, con 55 firmas -lo justo- de las cuales 34 ellas eran en disidencia. Esta vez se dictaminó de día, el número de apoyos escaló a 61 firmas mientras y las disidencias bajaron a 19.
Mientras tanto, el Ejecutivo esta vez jugó a favor. El doble discurso que había sido una constante entre el Ejecutivo y el Congreso, tuvo una tregua. A pesar del presidente Javier Milei, que un día antes de que los legisladores dictaminaran dijo que podían «tirar la Ley Bases».
Incluso en la mañana del lunes previa a la sesión, el vocero Manuel Adorni -que durante el proceso veraniego se cansó de decir que no había negociación, sino que ellos escuchaban «sugerencias»- se encargó de tirarle un centro a los radicales.
«Me gustaría hacer una aclaración frente a un pedido del presidente de bloque de la UCR, Rodrigo de Loredo. El Gobierno tomó el compromiso de no avanzar ni en la modificación ni en el cierre del Banco Nacional de Datos Genéticos», aclaró en el arranque de su conferencia de prensa. Ese es un punto clave para el artículo 3 de delegaciones, que tiene varios cuestionamientos.