La Facultad de Agronomía de la UBA advirtió que se podrían sumar US$600 millones, solo en el comercio con el sudeste asiático. La oportunidad de Malasia, Indonesia y Vietnam y cómo superar las exigencias.
En un escenario global con restricciones comerciales cada vez más comunes, un análisis de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) reveló las pérdidas sufridas por la Argentina debido a las limitaciones impuestas por países del sudeste asiático a sus exportaciones agroalimentarias, como la carne vacuna y la harina de soja. Sin embargo, este estudio también señaló que es factible superar estas restricciones y, potencialmente, generar ingresos adicionales por un valor de U$S600 millones anuales para la economía nacional.
Según explican expertos de la FAUBA, las medidas no arancelarias implementadas por países como Indonesia, Malasia y Vietnam dentro de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) impactaron negativamente en las exportaciones argentinas de productos agroalimentarios.
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Sin embargo, identifican que existe un margen para incrementar las exportaciones a estos mercados y aprovechar así una importante oportunidad para el sector y para la economía del país.
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El estudio destaca cómo, a lo largo de la historia del comercio internacional, la adopción de medidas no arancelarias fueron una estrategia común para proteger industrias locales y limitar la competencia extranjera.
Sin embargo, en un contexto de recomendaciones internacionales de reducir aranceles para fomentar el comercio global, estas medidas representan un desafío para países como Argentina, que dependen en gran medida de sus exportaciones agroalimentarias.
La FAUBA ofrece una visión de las oportunidades y desafíos
Según el investigador Luciano Cristofaro, casi el 60% de la población de Malasia consume carne halal, lo que llevó a la Argentina a presentar inquietudes comerciales ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) debido a las restricciones que esta certificación impone, estimadas en pérdidas de casi U$S90 millones anuales.
A su vez, el panorama se complica aún más con las restricciones de Indonesia que exige condiciones sanitarias incompatibles con las normas internacionales para la importación de carne vacuna argentina, lo que llevó a la suspensión de exportaciones por un valor superior a U$S200 millones al año.
Además, Vietnam, un importante comprador de harina de soja argentina, estableció exigencias en etiquetado y certificaciones que dificultan el acceso al mercado, ocasionando pérdidas estimadas en U$S300 millones anuales.
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En este contexto, superar estas medidas no arancelarias (MNA) representaría una oportunidad significativa para laArgentina, con un potencial de ingresos adicionales de más de U$S600 millones anuales, según Cristofaro.
Sin embargo, esto requerirá acciones tanto a nivel gubernamental como empresarial, incluyendo una mayor información y capacitación para los productores sobre las preferencias de consumo, así como la negociación de acuerdos bilaterales para facilitar el comercio con los países afectados, señalaron.
Por su parte, Patricio Calonge, docente de Economía General en la FAUBA, destacó el importante rol de los agroalimentos en las exportaciones argentinas, representando más del 60% del total. Calonge señaló que existen numerosos productos con potencial de crecimiento en pequeños nichos de mercado, destacando especialmente el caso de las legumbres como ejemplo de un sector con un potencial inmenso. Propuso un análisis más detallado de estos mercados y una mayor atención por parte de los interesados para impulsar su desarrollo.
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Finalmente, según Calonge la Argentina cuenta con la capacidad de duplicar el valor de sus exportaciones agroalimentarias. Sin embargo, esto requerirá un estudio exhaustivo de la demanda en los mercados internacionales, así como un análisis comparativo de las condiciones de competitividad con otros países.
Destacó la importancia de mejorar la competitividad de los agroalimentos argentinos para aprovechar al máximo su potencial en el mercado global.