La situación de Julieta Silva, condenada en 2018 por atropellar y matar a su entonces novio Genaro Fortunato a la salida de un boliche, se complicó este lunes pasado cuando la Justicia ordenó que regrese a prisión. En las últimas horas se conocieron detalles sobre la denuncia que le hizo su actual marido, Lucas Giménez, que la acusó de atacarlo a golpes; hecho por el que quedó imputada por «lesiones leves agravadas por el vínculo».
Si bien el caso se conoció hace una semana, el hecho de violencia fue denunciado en los primeros días de julio. Silva, de 36 años, inicialmente había recibido la modalidad de arresto domiciliario con tobillera electrónica, ya que el fiscal Fabricio Sidoti consideró que tiene una hija menor de edad. Sin embargo, incumplió una orden de restricción que tiene sobre la hija y la ex pareja de Giménez, con quienes tiene una relación conflictiva, y se decidió que volviera a la cárcel.
Volvió a prisión Julieta Silva, la mujer que mató a su novio: desobedeció una orden judicial y fue denunciada por amenazas
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Según lo declarado, el esposo actual de la mujer mendocina se encerró en el baño de la vivienda en San Rafael que comparte con ella y la hija de dos años que tienen en común, y desde esa habitación realizó una llamada al número de emergencias 911 para pedir ayuda. Cuando la Policía llegó al domicilio, lo encontraron con una escoriación (raspón) e hinchazón en la cara.
“No te vas hasta que no me dejes todo solucionado”, le habría dicho Silva a su marido antes de golpearlo, acorde a la información consginada por el medio local UNO. En ese momento, el hombre estaba a punto de retirarse del hogar y comenzó a recibir reproches de la mujer, supuestamente por problemas de dinero.
“Tenés plata para ir al odontólogo, pero no para el jardín de tu bebé”, le reclamó Julieta, siempre según el testimonio del denunciante. Allí, le habría comentado que tenía que hacer unos trámites bancarios y que necesitaba irse de la casa, con el fin de no confrontar las acusaciones en ese contexto. Entonces, le habría impedido que se retire y le cerró la puerta con llave.
Luego, la denuncia indica que todo escaló cuando empezó a golpearlo en la cara en el rostro y le siguió gritando, mientras le repetía: «No te aguanto más». En ese instante fue cuando Giménez aprovechó para resguardarse en el baño y llamar a la Policía.
Por la situación, se dispuso una orden de prohibición de acercamiento a su pareja y cuando se conoció la noticia, Silva salió a hablar para minimizar lo ocurrido. «No fue más que una discusión; lo que está pesando acá es mi nombre”, sostuvo en declaraciones ante la prensa, haciendo referencia a la muerte de Fortunato.
Más tarde, además de la imputación por «lesiones leves» contra Giménez, se le sumó otra por «desobediencia y amenazas» tras incumplir la restricción que tenía además con la hija y la ex pareja de su actual esposo. «Se determinó la actual imputación y se corroboró que Silva habría violado la medida de contacto y comunicación telefónica«, señalaron desde el Ministerio Público Fiscal al justificar la decisión de trasladarla a un penal.
La condena por la muerte de Genaro Fortunato
La historia judicial de Silva se remonta a unos años atrás, ya que fue condenada en noviembre de 2018 a tres años y nueve meses de prisión efectiva por homicidio culposo agravado, luego de que en septiembre de 2017 atropellara y matara a quien entonces era su novio, Genaro Fortunato, en la puerta del boliche Mona Bar, en San Rafael.
En ese momento ella tenía 30 años y había ido al local con el jugador de rugby de 25, con el que había comenzado una relación hacía tres meses y quien esperaba una hija con su pareja anterior. Ambos habían tomado alcohol, ella tenía 0,98 g/l de alcohol en sangre y él 1,80 g/l; y tras una discusión ocurrió un episodio en el cual lo pasó encima con la camioneta.
El tribunal determinó que Silva realizó una maniobra de giro en U mientras Fortunato intentaba incorporarse del suelo tras la pelea que habían mantenido. La mujer se subió sola a un Fiat Idea, que pertenecía a su exmarido, cuando el rugbier se acercó a la ventanilla para hablarle pero ella aceleró y al correr el vehículo se cayó.
La imputada giró el vehículo en U para buscarlo y cuando él estaba intentando pararse desde el piso, lo atropelló y arrastró su cuerpo tres metros, lo que le provocó la muerte. En el juicio declaró que nunca alcanzó a ver a Genaro y que había dado la vuelta para devolverle su celular, pero finalmente fue sentenciada por homicidio culposo agravado por conducción imprudente y negligente, y recibió además ocho años de inhabilitación para manejar.
FP