Aunque a simple vista parecen dos profesionales consagrados y seguros de sí mismos, incluso las grandes estrellas tienen sus momentos de debilidad. Así lo confesó Javier Bardem, quien recordó lo difícil que fue filmar con Julia Roberts en la película Comer, rezar, amar y sorprendió con su nivel de sinceridad: “Estaba nervioso, no sabía qué hacer”.
El galán español, que hoy es uno de los actores más respetados de la industria, reconoció que en ese entonces trabajar junto a la estrella de Mujer bonita no fue una experiencia fácil. “En las primeras tomas sentía que no estaba a la altura, no lograba concentrarme, y todo porque tenía a Julia al lado”, aseguró.
La película, estrenada en 2010, fue un éxito mundial, basada en el best seller de Elizabeth Gilbert. Sin embargo, detrás de cámara la tensión era real: Bardem tenía que interpretar a Felipe, un personaje romántico y vulnerable, en medio de un set colmado de expectativas y presión mediática.
Según él mismo reveló, la química con Roberts existía, pero el problema era interno: “Me sentía intimidado por su presencia, por su energía, por lo que representa en el cine”. Fue recién después de varias charlas con la actriz y con el director que logró relajarse y disfrutar el rodaje.
“ME BLOQUEABA”: EL LADO B DE UN RODAJE DE LUJO
Lo llamativo es que esta confesión llega muchos años después del estreno del film. En una entrevista con Harper’s Bazaar España, el marido de Penélope Cruz volvió sobre ese momento de su carrera y no tuvo problema en admitir lo que sintió: inseguridad, ansiedad y una sensación de no estar a la altura.
“No es que Julia me tratara mal, para nada. Al contrario, fue siempre generosa y amorosa. Pero hay algo en su presencia que impone muchísimo. Es como si uno se olvidara de cómo actuar cuando ella entra en escena”, relató Bardem.
La actriz, por su parte, nunca habló públicamente de esos días compartidos con el español, pero se sabe que mantiene una excelente relación con él y con Penélope Cruz, su esposa. Incluso llegaron a coincidir todos en eventos de gala y premiaciones internacionales sin mostrar jamás incomodidad.
Lo curioso es que en la película ambos personajes viven una historia de amor intensa y transformadora. Pero detrás de escena, el amor se mezclaba con el pánico escénico.
EL RESPETO POR UNA LEYENDA QUE IMPONE HASTA SIN HABLAR
Javier no es el primero ni el único que admite haberse sentido intimidado por Julia Roberts. A lo largo de los años, otras figuras de Hollywood han contado que su carisma y trayectoria generan respeto inmediato. Pero en su caso, no solo era respeto: era una sensación de no estar preparado.
“Julia es como una tormenta. Cuando entra, todo se ilumina. Eso es maravilloso… hasta que te toca estar enfrente y actuar”, dijo Bardem, entre risas, dejando ver que lo que pasó en aquellos días de sufrimiento logró superarlo.
Con el tiempo, Bardem logró disfrutar el proceso y la experiencia terminó siendo enriquecedora. De hecho, Comer, rezar, amar es una de las películas más vistas de su filmografía. Pero quedó claro que, incluso para los más grandes, trabajar con una megaestrella puede ser tan abrumador como mágico.