Ya van tres días de gira internacional de Javier Milei junto al genocida Benjamín Netanyahu en el Estado de Israel, mientras en Argentina se confirma la proscripción a Cristina Kirchner y crecen las protestas contra el fallo judicial, por salarios y conflictos laborales. En su intervención ante el Knesset, el presidente argentino anunció la próxima firma de un Memorándum de Entendimiento con Israel para “fortalecer los lazos bilaterales en defensa de los valores democráticos y la libertad”, en un gesto de respaldo al régimen que lidera el ataque brutal contra la población palestina en Gaza.
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Fiel a su estilo, Milei volvió a cargar contra una mujer: esta vez fue contra la reconocida activista Greta Thunberg, a quien calificó como “mercenaria ex activista climática” y acusó de repetir lo que le dicta “la izquierda internacional”. Quizás porque él mismo responde a varios jefes que le dicen qué hacer, no concibe que Greta piense y actúe por sí misma, enfrentando con coherencia a este sistema capitalista y sus gobiernos.
Hace unos días, Greta Thunberg se embarcó junto a otros once activistas en la Flotilla por la Libertad para llevar ayuda humanitaria a Gaza y exigir el fin del genocidio. «No importa cuán peligrosa sea esta misión, no es ni de cerca tan peligrosa como el silencio de todo el mundo ante un genocidio en curso». dijo antes de subirse al velero Madleen.
La acción fue interceptada por las fuerzas armadas israelíes en aguas internacionales, un hecho que organizaciones internacionales señalaron como ilegal. El objetivo de impedir cualquier tipo de asistencia al pueblo palestino se volvió evidente. La represión israelí, la censura, la persecución y los ataques mediáticos no hacen más que confirmar la magnitud de lo que está en juego en Gaza. Sin embargo, lejos de apagar la voz de los activistas, el intento de silenciar esta misión provocó aún más indignación y solidaridad en el mundo.
Los activistas también señalan a los Estados occidentales, que no son simples espectadores, son parte activa del genocidio en Gaza, aportando recursos, armas y respaldo diplomático. La masacre no podría sostenerse sin esta intervención, por acción u omisión.
Hoy comienza una Marcha Global desde El Cairo hacia el paso fronterizo de Rafah, en Egipto, con el objetivo de abrir un corredor humanitario que permita llevar alimentos y ayuda urgente a una población palestina que muere de hambre.
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Con mucho orgullo, contamos que desde Argentina viajaron Patricio del Corro y Luca Bonfante, militantes del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) en el Frente de Izquierda y de Trabajadores – Unidad (FIT-U), y parte de la Red Internacional La Izquierda Diario. Frente a campañas difamatorias por “antisemitismo” como las que hoy enfrentan Anasse Kazib en Francia o Alejandro Bodart y Vanina Biasi en Argentina, reafirmamos que no podrán frenar a este movimiento internacional que no va a callarse frente a esta barbarie.
La marcha va creciendo pero muchos activistas han sido interceptados y deportados, a pesar de las declaraciones de Egipto «de poner fin al bloqueo y restablecer la estabilidad en su frontera». Llegada de la deportación luego del secuestro del Madlleen, Greta fue consultada por los medios sobre por qué tantos gobiernos “ignoran” — más bien son cómplices — de lo que está pasando en Gaza. Ella respondió: “Por puro racismo. Esa es la respuesta simple. El racismo y, básicamente, el intento desesperado de defender un sistema destructivo y mortal que prioriza sistemáticamente el lucro a corto plazo y la maximización del poder geopolítico sobre el bienestar de los seres humanos y del planeta”.
Greta Thunberg: de las huelgas por el clima a enfrentarse al genocidio del Estado de Israel
Greta es parte de esa juventud que se levanta en todo el mundo y ocupa universidades, realiza bloqueos y manifestaciones para exigir: ¡Basta de genocidio! El silencio cómplice de los gobiernos occidentales, o directamente la represión y persecusión, está generando indignación moral, necesidad de actuar, ruptura. Dentro del propio Estado de Israel se empiezan a ver manifestaciones en solidaridad con el pueblo palestino.
No es casual que la juventud que antes se manifestaba por el clima, ahora se movilice por Palestina. Entiende que la destrucción ambiental y el genocidio tienen un mismo origen: un sistema imperialista, capitalista y colonial que somete pueblos y ecosistemas a la lógica de la ganancia y el dominio.
Hace siete años, con solo 15 años de edad, Greta protestaba cada viernes frente al Parlamento sueco con un cartel hecho a mano por la emergencia climática y ecológica. Sus discursos en las cumbres climáticas, como la famosa intervención en la ONU en 2019 donde les gritó a los líderes del mundo “¡cómo se atreven!”, la convirtieron en símbolo de una juventud preocupada por el futuro del planeta y, durante un tiempo, fue la favorita de los medios progresistas y de los gobiernos que querían dar una imagen “verde” sin tocar sus intereses.
Pero Greta creció, y también lo hizo su conciencia política. Ya no se conformó con denunciar a “los adultos” o reclamar que “escuchen a la ciencia”. Empezó a señalar a los verdaderos responsables: las grandes corporaciones contaminantes, los gobiernos capitalistas que las protegen y el sistema que prioriza las ganancias sobre la vida. En 2023, escribió junto a otros activistas una carta titulada «El capitalismo nos está matando» («Capitalism Is Killing Us”) donde denunciaba cómo los multimillonarios, la industria fósil y los Estados cómplices eran los principales responsables de la crisis climática.
Su radicalización no es sólo discursiva. También apoyó huelgas obreras, señalando la importancia de unir la lucha ecológica con la lucha obrera. Y recientemente se manifestó y fue parte de bloques junto a los trabajadores portuarios en Noruega que se negaron a enviar armas a Israel enfrentándose a Maersk, la mayor naviera del mundo. Si se contagian y radicalizan este tipo de acciones, se mostraría la fuerza de la clase obrera desde sus posiciones estratégicas.
Cuando comenzó la ofensiva genocida de Israel sobre Gaza, fue de las primeras voces globales en denunciarlo. Levantó el cartel de “Free Palestine”, participó en manifestaciones y fue detenida en protestas en Suecia. Cuando los medios la acusaron de “antisemita” por solidarizarse con Palestina, no se disculpó: redobló la apuesta y señaló la complicidad de los gobiernos occidentales con el genocidio en curso.
El viaje en el Madleen representa ese giro radical que ha transformado a Greta Thunberg en una figura incómoda para el poder. Lejos de limitarse al ambientalismo institucional, hoy construye alianzas con trabajadores, activistas antirracistas y movimientos contra la opresión. También es una figura incómoda para agrupaciones que se reivindican ambientales pero no quieren dar las batallas hasta el final. Un ejemplo claro es Jóvenes por el Clima en Argentina, que jamás denunció el genocidio en Gaza y que, bajo un discurso de “soberanía”, ha defendido políticas extractivistas que favorecen la entrega de los bienes comunes a las potencias imperialistas.
Desde Alerta Roja Ambiental nos sentimos parte del movimiento internacional que se levanta en favor del pueblo palestino. Decimos bien claro que no tendrán nuestro silencio, no seremos cómplices del genocidio y nos sumamos a las protestas por Palestina Libre.