El Club Estudiantes de Buenos Aires tomó una decisión drástica y sin precedentes en el fútbol femenino: abandonó la disciplina de campo tras su descenso de la Primera División en 2024, dejando a su plantel sin competencia y sin siquiera intentar mantenerse en la categoría a través de la promoción.
La encargada de la actividad dentro del club, Verónica Rivero, durante el programa Ojo de Cañón dijo: “La realidad es que lo que se da de baja es la actividad de AFA, nosotros tuvimos que dar la actividad de baja, lo que es inferiores va a seguir, pero tampoco en AFA, va a seguir en otra liga”
Un recorrido breve y un final abrupto
El equipo había logrado el ascenso a Primera en 2022, pero en solo dos años pasó de celebrar su llegada a las ligas mayores a desaparecer del torneo. Aunque reglamentariamente tenía la oportunidad de disputar la promoción y luchar por su permanencia, el club simplemente optó por no presentarse. Con esta decisión, Estudiantes se convierte en el primer equipo en abandonar la competencia sin siquiera responder a la chance de seguir en Primera.
Un contexto confuso y una decisión que agrava la crisis
La determinación del club se enmarca en una serie de medidas arbitrarias por parte de la AFA, que anuló dos descensos y permitió que equipos como Rosario Central y Huracán se mantuvieran en la categoría sin jugar una promoción. Además, UAI Urquiza también se bajó de la Primera División, por el mismo motivo que los pinchas de caseros, dejando un cupo vacante que nunca fue ocupado. En medio de esta incertidumbre, Estudiantes optó por la opción más dañina para la disciplina: desaparecer de la competencia.
El único proyecto femenino que seguirá en pie en el club será su equipo de FUTSAL. Mientras tanto, las jugadoras del plantel de once quedaron en el aire, sin respuestas y sin garantías sobre su futuro en el fútbol profesional.
La falta de inversión y el abandono de la AFA y los clubes
En el programa Verónica Rivero expreso: “Espero que el futbol femenino siga creciendo, si bien hay clubes como nosotros que no lo pudieron sustentar”.
La salida de Estudiantes expone, una vez más, la precarización y la falta de compromiso de la AFA y de los clubes con el fútbol femenino. El desarrollo de la disciplina sigue dependiendo de decisiones arbitrarias y de una estructura que ni invierte ni protege ni fomenta su crecimiento. Las condiciones indignas de trabajo, la escasa inversión en infraestructura; y en la disciplina en general. Y la falta de un proyecto a largo plazo han sido problemas recurrentes que afectan a jugadoras de todo el país.
No es casualidad que muchas futbolistas que pasaron por Estudiantes hoy brillen en equipos como River, Boca, San Lorenzo y la Selección Argentina. Sin embargo, en lugar de consolidarse como un espacio de formación y desarrollo, el club optó por deshacerse de su equipo antes de redoblar su apuesta.
Las divisiones inferiores del club (Reserva, Sub-16 y Sub-14) continuarán compitiendo en la Liga Futfeme, lo que deja en evidencia una contradicción: si hay una base de jugadoras jóvenes en el club, ¿por qué no sostener un equipo en la Primera B para seguir promoviendo el crecimiento de la disciplina?
Una decisión que sienta un peligroso precedente
El caso de Estudiantes deja un mensaje preocupante para el fútbol femenino en Argentina: los clubes pueden decidir abandonar la disciplina sin consecuencias, sin sanciones y sin rendir cuentas. Está decisión que toma el club es responsabilidad del armado en general, la AFA decide en este marco mirar a un costado, sin dar ninguna respuesta para evitar esta situación. La AFA podría haber declarado un presupuesto de emergencia por ejemplo para evitarlo, pero evidentemente hay una decisión consiente de priorizar otras disciplinas. Mientras tanto, las jugadoras quedan a la deriva, enfrentando la misma incertidumbre que ya golpeó a planteles como el de UAI Urquiza.
El fútbol femenino necesita inversión, profesionalización y un compromiso real de los clubes y de la AFA. De lo contrario, la historia de Estudiantes podría repetirse en otros equipos, y el crecimiento de la disciplina seguirá dependiendo de la voluntad de instituciones que, como quedó demostrado, pueden dar un paso al costado sin mirar atrás.