Al cumplir un nuevo aniversario de su pontificado, y en medio de la preocupación global por su estado de salud, es momento propicio para reflexionar sobre la profunda huella que el papa Francisco imprime en la Iglesia y en el mundo. Su liderazgo marca un antes y un después en la historia del catolicismo, resonando en los corazones de millones como un faro de esperanza, justicia y misericordia.
A continuación, algunos elementos clave que explican su relevancia:
1. Redescubrir al “Pueblo de Dios”. Francisco revitaliza la noción de “Pueblo de Dios”, enfatizando su diversidad y centralidad en la vida de la Iglesia. Recuerda que Dios se manifiesta de forma especial en los rostros de los marginados, los pobres y los migrantes, reafirmando la opción preferencial por los pobres. Al mismo tiempo, retoma la visión del Concilio Vaticano II, presentando a la Iglesia como un pueblo peregrino que testimonia el amor de Dios en el mundo.
2. El nombre de Dios es Misericordia. La misericordia es el corazón del pontificado de Francisco. No es un concepto abstracto, sino una práctica que implica reconocer la dignidad de los excluidos. Las “periferias existenciales” a las que alude son múltiples: migrantes, pobres, mujeres, jóvenes, ancianos y todos aquellos que son afectados por la “cultura del descarte”. Su llamado a la misericordia nos invita a construir puentes y acoger sin juzgar.
3. Ecología integral: cuidar la casa común. La encíclica Laudato Si’ (2015) es uno de los documentos más leídos y comentados del magisterio social de la Iglesia, tanto dentro como fuera de ella. Francisco vincula la crisis ambiental con las crisis sociales y económicas, proponiendo una ecología integral que nos lleve a cuidar la creación y a las personas más vulnerables. Denuncia el modelo de desarrollo depredador y llama a una conversión ecológica.
4. Fraternidad y paz social. En Fratelli Tutti (2020), Francisco desarrolla una visión audaz de la fraternidad universal, inspirada en la parábola del buen samaritano. Critica los sistemas que perpetúan la desigualdad e insta por una economía al servicio de las personas. Destaca el papel de las religiones en la promoción de la paz y la justicia, proponiendo una “cultura del encuentro” como antídoto contra la indiferencia y la violencia.
5. La sinodalidad como forma de ser y vivir la Iglesia. La sinodalidad es quizás el legado más transformador de Francisco. Este concepto, presente en el Concilio Vaticano II, implica “caminar juntos” como Pueblo de Dios, transformando las estructuras eclesiales hacia un modelo más horizontal y participativo. Francisco insiste en que toda la Iglesia está llamada a ser discípula y misionera, y que este proceso de reforma es irreversible.
Caminando en el Jubileo de la Esperanza
Este año se está desarrollando el Jubileo ordinario, anunciado por Francisco como el “Jubileo de la Esperanza”. Este acontecimiento no solo es una celebración de fe, sino también puede convertirse en una oportunidad para profundizar en los temas centrales de su pontificado. Es un llamado a renovar la esperanza en un mundo marcado por la incertidumbre, recordándonos que el amor y la solidaridad son caminos hacia la paz y la justicia.
El pontificado de Francisco sigue siendo un tiempo de renovación para la Iglesia y de inspiración para el mundo. Su llamado a la misericordia, la justicia, la ecología integral y la sinodalidad revitaliza la fe de millones y desafiado a la humanidad a repensar sus prioridades. Con el Jubileo de la Esperanza en el horizonte, su legado sigue siendo un faro de esperanza para un futuro más fraterno.
Mg. en Teología, docente e investigador en el Vicerrectorado de Formación de la Universidad del Salvador
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