viernes, 21 febrero, 2025
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Una «confederación» de bandas narco y barras pone otra vez bajo alerta a Rosario en medio de una nueva ola de crímenes

Una saga de muertes violentas ocurridas el fin de semana, sumada a un puñado de ejecuciones vinculadas con el narcotráfico y el contexto de la interna en la barra de Central en la previa al debut del primer equipo como local –cuando todo hace prever estrenará nuevo jefe tras el crimen del capo Andrés “Pillín” Bracamonte–, encienden las alarmas ante la posibilidad de un incremento de la violencia en Rosario, que el año pasado tuvo un respiro en cuanto a la tasa de homicidios dolosos luego de una década a sangre y fuego.

Diecisiete homicidios en los primeros 27 días del año marcan un alza de la violencia en Rosario, que el año pasado tuvo un récord a la hora de hablar de una baja en el número de asesinatos: se produjeron 91 crímenes, una cifra compatible con la tasa que mostraba la ciudad a fines del siglo pasado, cuando la sola suma de las muertes violentas no contribuía a esclarecer el panorama de la criminalidad organizada, ya que sólo un porcentaje menor explicaba las marcas rojas en el mapa.

El plan Bandera impulsado por los gobiernos de Javier Milei y Maximiliano Pullaro pudo frenar en 2024 la escalada de muerte que había envuelto a la ciudad en los dos años anteriores, retomando una senda histórica que había marcado como jalón el récord de homicidios de 2013, con 264 crímenes en Rosario: se habían duplicado entonces los asesinatos en apenas tres años, al calor de la guerra narco y, especialmente, por los vueltos que trajo la ejecución del entonces líder de «Los Monos» Claudio “Pájaro” Cantero, en mayo de aquel año.

El 2023 había cerrado con 259 homicidios en Rosario, quintuplicando la media nacional y apenas por debajo de los 287 asesinatos de 2022, año récord en cuanto a la violencia letal en la región.

A falta de cuatro días para terminar el mes, la cifra actual de enero emparda ya el número del año pasado, y está a nueve de igualar enero de 2023 (cuando se registraron 26). El primer mes del año suele mostrar en la ciudad –desde hace dos décadas– un particular aumento de la violencia, sobre todo cuando el calor, afirman especialistas, aumenta la irritabilidad.

Hace 15 días, el gobernador Pullaro y el intendente Pablo Javkin se reunieron para analizar los números que dejó la política de seguridad en el primer año de gestión y, a la vez, proyectar el trabajo conjunto para este 2025.

Temor por el debut de la nueva conducción de la barra de Central

También el contexto de violencia hace saltar las alarmas en la previa al primer partido de Rosario Central como local en la Copa de la Liga frente a Lanús, este martes a las 19.15. Según fuentes de la barra, será el debut formal de la nueva conducción del paravalanchas tras la doble ejecución de Bracamonte y su mano derecha Daniel “Rana” Attardo, en noviembre pasado.

Tras el doble crimen, hubo balaceras contra la casa –en la zona del Bajo Ayolas– del máximo referente de «Los Monos» dentro la barra y a la vez imputado por encubrir los asesinatos de Bracamonte y Attardo, Leopoldo Martín “Pitito” Martínez, y lo que fue considerado una réplica inmediata en zona sur, en la vivienda de Agustín Sarat Navas, alias Turco, al que vinculan con el sector que se quedó con el mando de la pesada auriazul.

«Pillín» Bracamonte, el líder de la barra de Central que fue asesinado.

De acuerdo con esta versión, refrendada por fuentes policiales, Lautaro Ghiselli, conocido como «Laucha» o «Roedor», será de ahora en más el encargado de llevar adelante la barra que en el cuarto de siglo en que fue liderada por Pillín Bracamonte era conocida como Los Guerreros.

A este hombre lo vinculan con la ya célebre banda de «Los Menores», cuyo liderazgo se atribuye al recientemente detenido Lisandro “Licha” Contreras y al aún prófugo Matías Gazzani: según la principal hipótesis de la investigación, ambos están detrás del doble crimen.

De acuerdo con un alto jefe policial, la asunción de la nueva conducción de la barra no hace más que reflejar el avance en el territorio de una especie de confederación en la que confluyen bandas barriales o zonales que en otro momento reportaban al jefe de «Los Monos» Ariel “Guille” Cantero, y también algunas franquicias que se referencian en Esteban Alvarado.

Martín Leopoldo Martínez, alias «Pitito».

Con el gerenciamiento de la dupla Gazzani-Contreras, en este nucleamiento se aglutinan, según esta versión, nombres como los de Pablo “Nico” Camino, Leandro “Gordo” Vilches y Héctor “Eri” Masini –integrantes a la vez del sector que perdió la disputa interna en la barra de Newell’s y considerados Monos “disidentes” –, además de Andy Benítez (barrio Ludueña) y Mauricio Ayala (Parque Oeste), entre otros.

La confederación de bandas y barrabravas

También en un contexto narcocriminal, el pasado 15 de enero cuatro mujeres fueron baleadas en Esmeralda al 1900 (La Sexta, lindero con barrio Martin), en lo que se considera una advertencia al capo René “Brujo” Ungaro, aliado de Alvarado y enfrentado en esa zona con el Gordo Vilches (disidente de Los Monos).

Allí, en las primeras horas de la noche, llegaron dos sicarios en moto que abrieron fuego a mansalva contra un grupo que estaba en la vereda: Marcela Gorosito, madre de un preso de la cárcel de Piñero vinculado con Ungaro, Marcelo “Pala” Gorosito, recibió un tiro fatal en la espalda; producto del mismo ataque también murió Antonella Echavarría, por un disparo en la cabeza.

En la zona oeste, hace una semana fue asesinado Mario Fernández, un hombre de 42 años que era conocido como «Marito Pino». Había cumplido condena por un crimen cometido en barrio Las Flores a principios de siglo, cuando era gatillero de su tío Juan Carlos Fernández, alias «Mono Grande» y quien lideró «Los Monos» hasta morir ahogado –en 2003– en la desembocadura del arroyo Frías para dejar el mando del grupo criminal en su concuñado, Ariel “Viejo” Cantero.

Los 27 crímenes en lo que va del mes ya igualaron la cantidad que hubo en todo enero del año pasado. Foto Sebastián Granata

Tras cumplir condena, «Marito» vivía cerca de la comisaría 19ª y poco más de un año atrás le habían baleado su casa. Entonces, le habían dejado un mensaje que los investigadores recordaron de inmediato tras el homicidio: “Mario Pino, dejá de batir la cana. Plantate gil”. Detrás del crimen surgió la sombra de Francisco “Fran” Riquelme, hombre de barrio Ludueña al que relacionan con Alvarado y a quien cada vez más seguido ubican como parte de la flamante confederación delictiva regenteada por «Los Menores».

El lunes 13 de enero, en la cárcel de Piñero, fue víctima de un ataque fatal a puntazos Agustín de la Encina, a quien le atribuían el gerenciamiento para el desembarco de una carga de un cuarto de millón de dólares de cocaína que terminó incautada en la ciudad bonaerense de San Pedro.

Este joven de 26 años, que se ganaba la vida como bróker de seguros, había sido detenido en 2021 también por narcotráfico, y poco después lo acusaron de haber mandado a matar a una mujer que le reclamaba una deuda. En el tablero de ajedrez del bajomundo del hampa, lo vinculaban con Alvarado.

Una semana antes del crimen de «Marito Pino» en otro sector considerado caliente de la ciudad –Nuevo Alberdi, lindero con el lugar de referencia de Los Menores, barrio 7 de Septiembre–, un chico de 14 años identificado como Benjamín Mansilla recibió un tiro fatal en la cabeza. Lo mataron sicarios en moto que llegaron hasta Luzarriaga al 2400 y gatillaron a mansalva contra la casa mientras cenaba con su padre.

Mala puntería

Más allá de las estadísticas, sobre las cuales tanto el Gobierno nacional como el provincial asientan sus caballitos de batalla a la hora de mostrar éxitos de gestión –fundamentales en la inminente campaña electoral en camino hacia las elecciones de convencionales constituyentes y concejales previstas para abril próximo–, hay una sensación térmica que puede analizarse tomando en cuenta la vinculación de los asesinatos con el narcocrimen y, también, ataques armados que no terminaron en muertes sólo por el azar o la mala puntería de los sicarios.

Por caso, el pasado fin de semana hubo en Rosario cuatro crímenes, tres de los cuales se concretaron en un lapso de 24 horas. El viernes por la noche un sicario en moto ejecutó a un joven de 28 años, Luis Joaquín del Valle, quien estaba sentado en la puerta de su casa de Servando Bayo al 1900, en barrio Bella Vista Oeste. El tirador le bajó un cargador y persiguió a la víctima cuando ésta intentó refugiarse en una casa. Finalmente las balas lo alcanzaron a la altura del pecho y la espalda.

Un hombre de 26 años fue asesinado en la puerta de su casa en el barrio Bella Vista Oeste. Foto Sebastián Granata

Ya en la madrugada del sábado, otro joven identificado como Gonzalo Pereyra, de 27 años, fue ultimado de un tiro en la cara en la zona de avenida de la Travesía (Sabin) al 1400 bis, en la zona noroeste. El cuerpo presentaba además un golpe en la cabeza y no había demasiadas precisiones sobre la mecánica del crimen.

En la tarde del sábado, Nicolás Roldán, de 30 años, fue asesinado en la zona del Puente Negro, en Sorrento y Cavia, también en el noroeste. Murió en el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria minutos después, mientras que en el mismo centro asistencial fue atendido un joven de 27 que había resultado herido de un tiro en la pierna en el ataque, ejecutado por sicarios en moto: uno de ellos, igual que en el crimen cometido en Bella Vista Oeste, bajó del rodado para gatillar al menos cuatro veces.

El último de los asesinatos fue concretado en la madrugada de este domingo, cuando Ruth González, de 20 años, fue apuñalada en el abdomen en la zona de Einstein y Barra, en barrio Ludueña. Según la hipótesis principal una chica de 15 años, por su edad no punible, fue la autora del ataque fatal tras una discusión en una fiesta.

Ruth González (20) fue apuñalada después de una discusión en una fiesta.

A estas cuatro muertes se suma la de Ramiro Castellanos, un hombre de 43 años que había sido baleado tres semanas atrás en Homero Manzi y Buffano, en barrio Rucci (zona noroeste), donde un tirador en bicicleta le bajó el cargador de un arma calibre .22 y lo mandó agonizante al hospital Eva Perón.

Previo al último ataque de los ocurridos este fin de semana, en la noche del sábado hubo distintas balaceras sangrientas, al menos cinco, en las que no se habían reportado víctimas fatales:

  • Un hombre de 40 años y un chico de 18 sufrieron impactos de bala en las piernas mientras estaban reunidos con otros vecinos en Parque Casas. Ninguno sufrió heridas de graves.
  • Dos jóvenes de 28 y 25 años fueron atacados desde un auto rojo –reportado también en el ataque de Parque Casas– mientras tomaban tereré en la vereda, en barrio Plata (zona sudoeste). Los dos llegaron al hospital con lesiones en las piernas.
  • Un chico de 24 años sufrió una herida de arma de fuego en torso y cráneo tras ser baleado por en el noroeste (barrio Travesía), y quedó internado grave. El ataque se produjo cerca de donde se produjeron los asesinatos de Puente Negro y Sabin al 1400 bis.
  • En la calle Carlos Uriarte al 7900, en el extremo sudoeste (barrio Rivarola), un joven de 23 años recibió un disparo en el costado izquierdo de la cadera.
  • En el barrio Tablada (zona sur), un joven de 22 años fue herido en la panza y la pierna izquierda mientras se encontraba en la calle, en Patricias Argentinas y Garibaldi. En la misma zona el pasado 3 de enero fue ejecutado Javier Acosta, de 25, en Necochea y Ameghino, en un caso al que fuentes policiales vinculan.
  • Ya en la noche del domingo, un chico de 12 años terminó baleado en una pierna y un brazo en Amenábar y Lavalle, en el barrio San Francisquito de la zona sudoeste, tras un ataque ejecutado por sospechosos en moto que gatillaron contra un grupo de vecinos que conversaban en la puerta de una casa.

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