En el patio interno de la Secretaría de Agricultura, ubicada en Paseo Colón al 900, desde hace casi un mes yacen los restos de Dominga, una perra que vivió allí durante 15 años y se convirtió en mucho más que una mascota para la mayoría de los trabajadores que la conocieron. Junto a ella se encuentra una placa en su honor, que la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, había ofrecido pagar de su propio bolsillo. Cuando la funcionaria se enteró hace poco más de un mes de la existencia de la perra por parte de uno de sus funcionarios, intervino para su cuidado durante sus últimos días. En rigor, según pudo saber LA NACION, fue el subsecretario de Prensa, Javier Lanari, quien le informó a Milei sobre la existencia del animal.
Dominga apareció en Paseo Colón 922 siendo una cachorrita y los empleados de esa cartera la adoptaron como propia. Se ganó el cariño de todos. Sin embargo, ya más adulta, en un momento su salud comenzó a deteriorarse y fue hace poco más de un mes que Karina Milei, al enterarse de su situación a través de Lanari, decidió involucrarse. La funcionaria solicitó la atención veterinaria para Dominga, pero, lamentablemente, a pesar de recibir tratamiento, no pudo recuperarse y falleció el 21 de agosto último.
Ante el cariño que le tenían los empleados, decidieron hacerle una placa y una sepultura en el patio interno de la Secretaría. Cuando la hermana de Milei se enteró, ofreció pagar los gastos con su propio dinero. Sin embargo, cuando iban a realizar la transferencia, los trabajadores de Agricultura decidieron hacer una colecta y cubrir el costo de la placa por su cuenta. Ahora ese espacio se ha convertido en un lugar donde los empleados y quienes la conocieron pueden dejar flores en su memoria.
El gesto de Karina Milei con un animal no es algo nuevo en ella. Ya se ocupó de Funky, un perro abandonado en Casa Rosada que estuvo tres días allí antes de que le encontraran una familia que lo adoptara. La funcionaria se encargó de su atención veterinaria, vacunas, comida, collar e incluso de su chapita. Todo pagado de su bolsillo.
Dominga llegó al lugar en la gestión de Julián Domínguez como ministro de Agricultura con Cristina Kirchner. Rápido se convirtió en parte de la vida cotidiana de los trabajadores. “Compañera, alegre, fiel, protectora y cariñosa” son algunas de las cualidades que se mencionaron en un comunicado interno titulado “¡Hasta siempre, Dominga!”, donde Agricultura informó sobre la muerte junto a recuerdos de algunos de los empleados.
Las anécdotas sobre ella son numerosas. Según cuentan los empleados, cada mañana los esperaba en el estacionamiento. Juntos subían las escaleras. Se dice que su comida favorita eran las alitas de pollo sin hueso y que tenía sus “lugares VIP” para refugiarse del frío y del calor.
A medida que pasaron los años, y la edad comenzó a limitar sus movimientos, ya no subía las escaleras, por lo que le llevaban su comida al mástil o al fondo del estacionamiento. Los platitos de alimento y agua repartidos por el lugar reflejaban su popularidad y el cariño que todos sentían por ella.
Quienes la conocieron afirman que la partida de Dominga dejó un gran vacío. Adriana, quien trabaja en el área de Pesca, recuerda cómo cada mañana la perrita la esperaba en el estacionamiento: “Cuando era cachorra, corría de punta a punta, jugando. La acariciaba, le daba besos en la cabeza, y ella se iba contenta bajando las escaleras”. Adriana dice: “La amo con todo mi corazón y la extraño muchísimo. Ahora la saludo y le rezo en su lugar al ingresar”.
Florencia, del área de Coordinación de Innovación y Biotecnología, la describe como una “compañía asegurada” durante las pausas. Siempre en busca de caricias y comida, Dominga encontraba refugio en lugares estratégicos. “Ver los platitos con alimento y agua por todos lados sin duda sacaba una sonrisa. Fuiste y serás querida por todos, te vamos a extrañar y vas a estar en nuestro corazón siempre”, señala el comunicado interno.