“Me dijo ‘si tenés tiempo, quedate y almorzamos’, porque él (Alberto Fernández) siempre almorzaba con alguien; no es que fue conmigo solamente”. Al intentar naturalizar la extensa visita que en enero de 2022 hizo a la Casa Rosada y cuyas imágenes volvieron a sacudir el escenario político, la actriz y periodista Tamara Pettinato reveló la costumbre que tenía el ex Presidente de comer acompañado. Tanto que cuando no tenía visitas solía invitar al personal más cercano. Una de ellas era Ana Clara Hernández, conocida como “Anita” en Balcarce 50, la más joven de sus secretarias privadas y resistida por María Cantero, la histórica colaboradora de Fernández involucrada en la causa de los seguros y a quien Fabiola Yañez le advirtió que era víctima de violencia de género.
Cantero nunca asimiló que Fernández incorporara a “Anita “ al asumir en diciembre 2019. No la conocía y tampoco, a sus por entonces 32 años, tenía vasta experiencia en la función como para requerir sus servicios.
Mucho menos para que, en uno de sus primeras decisiones, Alberto Fernández dispusiera un puesto a su medida: en el decreto 208/2020, el ex Presidente creó el “cargo extraescalafonario de secretaria Asistente”, con “dependencia directa de la Presidencia” y tres funciones concretas: “asistir en la gestión administrativa de la Secretaría Privada del señor Presidente de la Nación, analizar los asuntos que le sean expresamente encomendados, y elaborar informes y recomendaciones sobre los asuntos que analice, para su posterior elevación y consideración del señor Presidente”. En ese mismo decreto fue designada Hernández.
“María la detestaba pero no pudo sacarla nunca porque Anita había construido una relación especial con Alberto”, apunta una fuente inobjetable a Clarín. Prefería otra compañera para la oficina, pero mejor que nadie sabía que cuando a su amigo se le ocurría algo no había mucho por hacer para hacerlo cambiar de opinión.
Ubicada en la antesala al despacho presidencial, Hernández tenía con el Presidente un vínculo sin protocolos: quienes frecuentaban el despacho recuerdan que el trato entre ellos era por demás amigable y sin jerarquías. Al punto que, agregan, ella aludía a Fernández como “El Gordo”, por supuesto con cariño.
Militante kirchnerista desde 2011, si bien en Casa Rosada atribuían su ingreso al Ejecutivo a una recomendación del ex ministro de Ambiente Juan Cabandié, quien fuera referente de La Cámpora en la Ciudad, el ex Presidente la conoció en 2018, mucho antes de ser designado candidato por Cristina Kirchner, durante una de las primeras charlas en las que empezó a trabajar en la reunificación del PJ y el kirchnerismo, tras el fracaso en las Legislativas del año anterior.
Con su desembarco como Presidente, Fernández no dudó en convocarla para que trabaje muy cerca suyo. “Era de su absoluta confianza, entraba sin restricciones al despacho, eso llamaba mucho la atención, además de que ella de por sí nunca pasaba desapercibida”, agrega otra voz indubitable. “Cuando no tenía reuniones ni lo pasaba a ver nadie, Alberto almorzaba con ella”, agrega ante este diario. En sus redes sociales, hay imágenes que muestran mucha cercanía con el mandatario: arriba del helicóptero, en su escritorio y con Fernández trabajando en el despacho.
“Fueron cinco años acompañando al Presidente de la Nación. Casa Rosada se convirtió en una extensión de nuestra casa, en jornadas sin fin”, escribió en 2023 la propia “Anita” en su Instagram al dejar la gestión. Clarín intentó contactar a Hernández pero la ex funcionaria no contestó los mensajes.
“Emergieron los recuerdos desde el comienzo, militando en la campaña en las unidades básicas, hasta el final corriendo por los pasillos de Gobierno con tacos y una panza de nueve meses, para regresar con mi bebita, Lola”, prosiguió en un texto en el que, en su faceta militante, apeló a una frase repetida de Alberto F. al pedir “no negociar con la apatía del sálvese quien pueda”.
A pesar de la cercanía con el Presidente, la joven Anita no tiene demasiados ingresos en la Quinta de Olivos durante los cuatro años de gestión: el 21 de septiembre de 2020 y el 4 de enero de 2023. Al menos eso muestran los registros oficiales, que podrían haber sido adulterados, tal como se desprende del caso del productor de seguros Héctor Martínez Sosa, pareja de María Cantero, que según fotos recuperadas de su teléfono visitó la residencia en más ocasiones de las que figuran en el listado de la guardia.