Hace un año, la cocinera Narda Lepes se hizo viral por una serie de declaraciones en un pódcast en las que criticó fuertemente a las aplicaciones para pedir comida. “Me parece que está mal, para mí, hacer que alguien pedalee rápido quince kilómetros para vos comerte dos empanadas. Me parece una estupidez”, expresó, y agregó “que todo sea a demanda me parece que está mal”. Sus palabras provocaron una ola de opiniones a favor y en contra en las redes sociales. Ahora, en España sucedió algo similar, pero en esta ocasión en una comunidad de vecinos.
El usuario de X @elcamarero, publicó el mes pasado un curioso texto escrito por uno de los habitantes de la comunidad mencionada. Allí, titulaba: “¿Es necesario pedir comida a domicilio a las 23.30 de la noche? ¿Sobre todo cuando está diluviando?”. En la carta colgada, el vecino contó que una noche volvía tarde a su casa en medio de una lluvia torrencial y que se cruzó con hasta diez repartidores en la calle: “Llovía tanto que en la carretera no se distinguían los carriles. Me dio mucha vergüenza que uno de esos pedidos lo hubiera hecho uno de mis vecinos”.
De esta manera, el hombre les pidió empatía a sus compañeros y compañeras de la comunidad y solicitó que no pongan en peligro la vida de los repartidores en días de tormenta, nieve o vientos fuertes, apelando a buscar alternativas a pie en los supermercados nocturnos.
La misiva fue leída por el aparente causante de la situación, quien quiso dejar también su opinión. En la parte de abajo del texto, en un papel pegado con una cinta adhesiva, escribió: “Virtuoso y paternalista vecino deje trabajar a la gente en paz, que los repartidores no están obligados a aceptar ningún pedido. Ellos eligen si quieren trabajar esa noche con esa lluvia. Le sugiero no usar el espacio comunitario para sus disquisiciones morales o para afearle la conducta a otros vecinos si no es algo que le agrede personalmente”.
La publicación de @soycamarero fue leída más de 1,5 millones de veces, acumuló ocho mil likes y más de dos mil respuestas, en las que se armó un debate respecto a la primera carta y la respuesta. Las opiniones estuvieron divididas con comentarios a favor y en contra de la actividad de los repartidores de comida.
“Yo soy un defensor de las libertades individuales. Y creo que a los repartidores de comida nadie los obliga a trabajar un día de tormenta. Si lo hacen, es precisamente, porque saben que trabajan más y, por lo tanto, ganan más. Que cada decida qué hacer con su vida es fundamental”, comentó uno, representando a una parte del público.
“La falacia de la libre elección. Nada nuevo. Eres libre de repartir pedidos en bici durante un huracán, eres libre de prostituirte, eres libre de gestar y parir para otros, eres libre de vender tus riñones, o a tu primogénito. Cuanto más pobre y necesitado, más libre eres”, respondió otro, en defensa del vecino que primero compartió su carta en el edificio.
LA NACION