Aunque ya genere resistencias internas, la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) impulsa la «mudanza» de las oficinas de Inteligencia Militar y de su similar del ministerio de Seguridad a la histórica sede central de la ex SIDE, frente la Casa Rosada, con el objetivo de «eliminar barreras» y hacer más eficaz la tarea de prevención frente a las amenazas que puedan afectar al país.
El proyecto no es nuevo e, incluso, se intentó concretar a comienzos de los años 2000. Pero ahora la central de espionaje volvió a la carga y encaró distintas negociaciones para poder llevar adelante esta reforma. A principios de marzo, de hecho, se realizó una reunión en Casa de Gobierno para «coordinar» la integración de los tres subsistemas en la histórica sede de calle 25 de Mayo.
Participaron de ese encuentro Silvestre Sívori, interventor de la AFI; Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, y su secretario de Inteligencia Criminal, Ricardo José Ferrer, el titular de Defensa, Luis Petri y el brigadier retirado Jorge Antelo, secretario de Estrategia Nacional de la Jefatura de Gabinete y, a la postre, los «ojos» de Nicolás Posse desde la época en que estuvieron vinculados a Aeropuertos Argentinos 2000. Con todo, en el oficialismo reconocen que se están dando los primeros pasos para poder concretar esta iniciativa.
Si bien la AFI es el organismo rector del Sistema Nacional de Inteligencia, que también integran la dirección nacional de Inteligencia Criminal (Seguridad) y la de Inteligencia Estratégica Militar (Defensa), hasta el momento los tres subsistemas se vienen desempeñando en forma independiente.
La propuesta del organismo conducido por Sívori es que las áreas del Ejecutivo trabajen en un mismo lugar e «integren equipos e información» considerada necesaria para la toma de decisiones del Presidente «en temas de seguridad».
En la central de inteligencia argumentan que el funcionamiento de las dependencias en un mismo lugar «elimina barreras y mejorará la cooperación entre las diferentes áreas, «la fluidez en el intercambio de información» y la integración de equipos y recursos. Y que ese trabajo «coordinado» fue también uno de los objetivos de la ley 27.126 de creación de la Agencia, que fue votada en el 2015.
Cerca de Sívori también ponen como ejemplo el trabajo centralizado que realiza el gobierno norteamericano y que por ello se busca hacer más eficiente la tarea de inteligencia en la Argentina frente a amenazas que puedan afectar la seguridad tanto a nivel interno como externo. El interventor, que es cercano al exministro Guillermo Dietrich pero hoy tiene buena sintonía con Posse, defiende esta iniciativa porque, a su entender, permitiría profesionalizar al sector.
Sin embargo, el plan genera resistencias en algunos ámbitos del Gobierno. En Seguridad, por caso, no están convencidos de mudar Inteligencia Criminal a la sede de 25 de mayo porque «las oficinas actúan mejor en forma independiente y una fusión sería lindera con lo ilegal». Un comisario retirado consultado, en tanto, sostuvo que no es «no es lo mismo la inteligencia que hace Gendarmería o el Ejército, son órbitas diferentes y difíciles de centralizar».
En Defensa, en cambio, se mostraron dispuestos a respaldar la eventual integración de las tres áreas en la oficina central lindera a la Casa Rosada. Hace pocas semanas asumió como director nacional de Inteligencia Estratégica Militar, Marco Alberto Constela, a quien vinculan con la ex SIDE y que sería conocido del influyente Antelo.
Como sea, el debate interno se produce en medio del fluido intercambio de la Argentina con las autoridades de inteligencia de Estados Unidos e Israel. Esta semana visitó la Casa Rosada y la propia AFI, William J. Burns, titular de la CIA.
La colaboración entre la agencia de inteligencia norteamericana y la nueva conducción de la AFI tuvo su primer capítulo en enero pasado cuando Sívori visitó, junto a Nicolás Posse, las oficinas que tiene la Central en Washington.
Sin embargo, un ex funcionario de Defensa aseguró que estos movimientos buscan recortar la potencialidad del país en esta área, un proceso similar al registrado durante el mandato de Mauricio Macri cuando -según observó-, se eliminaron operativos para vigilar la actividad en las Islas Malvinas. Ahora, aseguró, el oficialismo intentaría reducir las posibilidades de las agencias nacionales de hacer «inteligencia externa» -para así depender de la información que le pueda brindar la central norteamericana- y, en todo caso, apuntar a que se concentren en la vigilancia interna.