Jonatan Viale encaró los últimos minutos de su programa con la transición para cederle el aire de TN a Nicolás Wiñazki y Santiago Fioriti, conductores de «Somos buenos». En ese envío estaba invitado Juan Grabois, que aprovechó la presencia de Viale para irrumpir en pleno pase al aire y hacerle una recriminación pública que incomodó a todos.
«Ahí lo estamos viendo a Juan Grabois, que vino al programa», lo presentó Wiñazki, mientras el de UTEP sonreía desde un rincón del estudio. Hasta ahí, todo según los protocolos de la TV. Viale hablaba con los otros periodistas cuando, en off, se escuchó una voz que se entrometió en el pase de programas. Los tres miraron al costado, lo mismo hizo Ignacio «Nacho» Torres, gobernador de Chubut, otro invitado.
Grabois hablaba con el micrófono apagado. Cuando se lo prendieron, los apuró: «Preguntale, preguntale, dale, ya que estamos». Wiñazki y Fioriti trataban de contenerlo. Entonces, el piquetero se dirigió directamente a Viale, visiblemente incómodo.
―Jony, ¿me escuchás? ―se dirigió el dirigente social, con una pizca de picardía en la voz.
―Escucho, escucho, Juan ―aceptó Viale.
―¿Por qué no le contás a la gente lo que me dijiste cuando me llamaste? ―le reclamó al conductor.
―¿Sobre qué, Juan?
―Sobre el llamado que me hiciste para disculparte ―blanqueó Grabois.
―Sí, claro, eso lo hablamos, no hay ningún problema. Lo hablamos, sí claro.
―Pero aprovechá que estás al aire y contalo ―avanzó Grabois.
Entonces, Wiñazki, Viale y Fioriti intentaron calmar al dirigente social. «No tiene nada que ver eso, estás mezclando todo, pero no hay problema: después, con gusto lo aclaramos», le dijo su interlocutor directo. «Ya está, Juan», lo frenó Wiñazki. Y siguió Fioriti: «Que no cambien las reglas del juego, vamos a hacerle (después) la entrevista a Juan».
Por lo bajo, Viale se descargó: «Sí, estaba cantado… Chicanea».
Grabois trató de justificar su irrupción en el pase. «Me saludaste», le dijo a Wiñazki, «entonces yo saludo y de paso aprovecho para que un hombre pueda reparar lo que dijo».
El resto intentaba calmar la tensión que sorprendió a todos en pleno aire de TN.
«Tranquilo, Juan. Chicanitas, no. Chicanitas baratas, no. Sí, tranquilo, tranquilo», se mantenía incómodo Viale.
Tomó la voz Fioriti, mientras seguía la pantalla partida Grabois-Viale. «Juan, esto es un pase de un programa de televisión. Después te vamos a hacer la entrevista a vos, vamos a hablar de todo», le dijo.
«Espectacular», fue respuesta de Grabois, con el pulgar arriba, mientras se corría de cámara.
«Es el método, pero no te preocupes, después lo aclaramos, Juan», cerró Viale.
Con el micrófono otra vez apagado, Grabois no se calló.
―Máximo respeto, pero…
―Te metiste en un pase en el que no estabas habilitado ―le explicó Fioriti.
―Pero es lindo ―insistió Grabois― porque tiene la posibilidad de decir la verdad.
―Tranquilo, vos no manejás acá ―lo cortó Viale.
―Dejanos, que nosotros conducimos el programa ―lo respaldó Fioriti.
―Te estoy ayudando, por ahí te sale mejor ―lo chicaneó, también a él, Grabois.
Viale se quedó con la última palabra. «Chicanea, chicanea. Está bien: es Juan», antes de la vuelta a los carriles televisivos.
Casi una hora más tarde, Grabois insistió sobre el mismo punto. En el final de la entrevista en «Somos buenos», explicó: «No es nada malo, es alguno bueno, incluso». Y añadió: «Es por una difamación. Lo hice porque quería disculpas públicas».